Tras las elecciones españolas, el Partido Popular ha sido reconocido por todos como el ganador que es y, por lo tanto, es suya la tarea de intentar formar gobierno
Tras las elecciones españolas, el Partido Popular ha sido reconocido por todos como el ganador que es y, por lo tanto, es suya la tarea de intentar formar gobierno. Pero como solo alcanzó 123 diputados, muy por debajo de la mayoría necesaria, tendrá que buscar acuerdos que le permitan presentarle al Congreso un gabinete y un programa. En el sistema parlamentario, no puede ni debe gobernarse sin respaldo del Parlamento. Es la regla constitucional.
En el arco de la oposición hay varios partidos. El más grande es el Psoe, con 91 diputados, que requeriría recoger respaldos que sumen al menos 85 curules, mucho dado cómo se repartieron votos y escaños entre los partidos de izquierda, centro y nacionalistas, cuya agenda política trasciende lo ideológico liberal o socialcristiano y se enfoca en lo nacional. Un complejo cuadro que pondrá a prueba la política como arte de negociaciones, concesiones mutuas y acuerdos. Si no, la solución son elecciones anticipadas.
Por cierto, Podemos, el partido antisistema, cuya afinidad y vinculaciones con el gobierno venezolano se cuidó de disimular porque lo perjudicaba electoralmente, tuvo un resultado interesante, pero lejos de lo esperado y del inflamado ego de sus líderes.
En el sistema presidencial, la cosa es diferente. El partido del Presidente puede perder la mayoría parlamentaria y, sin embargo, gobernar. Ocurre en Estados Unidos. Los demócratas de Obama son minoritarios en Senado y Cámara. Y ya antes pasó con Clinton y con Eisenhower, republicano. Y, como diría Pirela, recordado en la cinta de Rísquez, “ninguna escena, ningún daño”, en el tango bolerizado alegóricamente titulado Por la vuelta.
En Perú sucede con Humala y aquí gobernaron así Caldera y Herrera. Leoni buscó solución a su minoría parlamentaria mediante coalición y en su segunda vez CAP con acuerdo con Nueva Generación. En Francia, de sistema mixto, si pasa el Presidente, llama a gobernar a sus contrarios. Es la cohabitación y se inauguró con Mitterrand.
Ser minoría parlamentaria no es tragedia, ni siquiera drama. La Constitución dice qué hacer. Y para eso está la política, precisamente. Lo que sí supone es ciertos aprendizajes democráticos y respeto a las reglas.
Ñapa: Es difícil, si no imposible, ser humorista y oficialista. En la Edad Media lo llamaban bufón de la corte. Siempre requiere talento, aunque la corte sea en sí misma bufa, y disimular la amargura de quien aspiraba, por cultura real o supuesta, otro papel.
Ramón Guillermo Aveledo
@AveledoUnidad
