La Universidad Central de Venezuela, nuestra primera institución académica fundada en 1721 como Universidad de Caracas, celebra elecciones este viernes 26 de mayo para renovar sus autoridades, un total de 293 cargos que incluyen el cuerpo rectoral: rector, vicerrectores académico y administrativo y secretario.
Y sí, es una celebración. La comunidad ucevista esperó 15 años para volver a las urnas.
Lo que fue por décadas una «rutina democrática», que la primera casa de estudios del país, con su respetada voz sobre los asuntos públicos, eligiera en libertad y sin interferencias ni retrasos indebidos sus autoridades rectorales, decanales y profesorales, se convirtió en un pleito jurídico que puso de bulto la intención del régimen de someter a su arbitrio -a su arbitrariedad- la vida de las universidades públicas, comenzando por la más emblemática de todas.
Una disposición incorporada a la Ley Orgánica de Educación (LOA) en 2009 establecía el voto «igualitario» de docentes, estudiantes, empleados, obreros y egresados, lo que de hecho eliminaba la finalidad académica de la institución, contradecía normas constitucionales y contribuía a erosionar el régimen autonómico de las universidades públicas.
Las universidades se negaron a convocar elecciones bajo tal imposición y finalmente, tras un fallo del Tribunal Supremo de Justicia, la UCV podrá renovar sus autoridades este viernes con un reglamento electoral transitorio que amplía el sufragio de todos los sectores de la vida universitaria, pero asigna un peso distinto al voto de cada uno de ellos. Por ejemplo, el voto profesoral tendrá una relación 1/1, mientras el de los egresados será 20/1.
Las universidades públicas, como todos los sectores del país, han padecido el severo empobrecimiento derivado de la destrucción económica de empresas e industrias públicas y privadas, lo que se ha traducido en presupuestos cada vez más deficitarios. En paralelo, el éxodo masivo de venezolanos ha menguado su planta docente, reducido su alumnado e incluso su personal de empleados y obreros, que se ha visto obligado a incursionar en otras actividades para subsistir.
En el contexto de estas tremendas dificultades, la UCV está viva y activa como lo evidencia el amplio y cívico debate desarrollado en salones y pasillos, medios y plataformas, durante este proceso electoral para renovar sus autoridades y, sobre todo, asumir el desafío de gestionar la transformación de esta centenaria institución. Un futuro mejor para la UCV es también un futuro mejor para el país, que busca, hasta la desesperación, un destino de progreso y convivencia democrática.
Ese desafío comienza por votar este viernes. Porque es la participación de todos, en el país y en las instituciones, lo que renovará la esperanza del cambio. Y enviará un potente mensaje a todos los venezolanos.
Editorial de El Nacional