Es indudable que la razón por la cual Gerardo Blyde y Jorge Rodríguez aparecen en una foto dándose la mano es la intervención directa del gobierno de Estados Unidos, que apenas hizo un guiño a Maduro y los convenció de que mejor retornaran a la mesa dispuesta en México para “conversar”.
Por allí va la cosa, por la confirmación de que lo que mueve a los ocupantes de Miraflores es nada más que la posibilidad de que se anulen las sanciones que no les dejan mover a su antojo los recursos del país y tampoco los dejan viajar a sus sitios preferidos. No los alienta la posibilidad de ayudar a la recuperación de Venezuela y menos si saben que eso pasa porque ellos se aparten del camino.
Sin embargo, y aunque lo que hizo la administración de Joe Biden fue un amago de flexibilización de sanciones, son los del gobierno chavista los reales beneficiados con esta vuelta a México. Pero hay que agradecerles a los funcionarios estadounidenses que hayan aclarado del todo el objetivo de las futuras negociaciones, que no es otro que conseguir elecciones libres, transparentes y democráticas. Esta aclaratoria vale para los opositores también, porque desde que comenzó esta parranda de conversaciones han hablado de cualquier cosa menos de esta, la meta principal.
El equipo de Maduro obviamente se beneficia de este regreso a la mesa de la que ellos mismos se levantaron porque es obvio que los ayuda a “comprar tiempo”, una estrategia muy usada por los estadounidenses en cuestiones de negocios que implican concesiones. Deben haber analizado los chavistas que mientras estén sentados o mostrando disposición de conversar pueden pasar meses, e incluso años mientras todo sigue igual, es decir, con ellos en el poder.
Es por eso obviamente que el gobierno de Joe Biden asegura que están dispuestos al levantamiento real de las sanciones si hay avances concretos, para ver hasta dónde llegan. Lo malo es que la delegación chavista, encabezada por el psiquiatra, es especialista en enviar mensajes contradictorios, aumentar la incertidumbre, dar un paso adelante y tres para atrás; eso se los han enseñado muy bien los cubanos y además se sirven del talento de manipulación del jefe de su delegación.
Así que la foto que se tomaron Blyde y Rodríguez, en la que solo este último esboza una sonrisa medio burlona, es un gran avance, pero no el que necesitan todos los venezolanos. Ojalá los funcionarios del gobierno estadounidense sean capaces de ver más allá de las apariencias; con solo analizar el lenguaje corporal tienen para saber que la delegación chavista se acerca a la mesa de México porque para ellos significa un respiro. Son expertos en apariencias y en no aflojar nada a cambio.
Editorial de El Nacional