Los pezones también sirven como botones para activar el placer. Cuando éstos son tocados envían, al igual que los genitales, una señal a través de sus fibras nerviosas hasta el cerebro para que el cuerpo libere una hormona llamada oxitocina, la cual provoca efectos como tensión y contracciones musculares, logrando su erección.

Bajo una estimulación apropiada, el pezón también puede hacer que alcancemos un orgasmo. ¿Y cómo llegar a él? Sigan estos trucos y lo conseguirán.

Sólo necesitas:

Un hielo o una paleta congelada: Tu galán tiene que lamer y besar el hielo (o chupar un poco la paleta) para que su lengua y labios queden fríos. Después de eso, debe recorrer con la punta de la lengua, muy despacio, los contornos de tu pezón. Si se trata de autoestimulación, puedes meter el hielo en un pañuelo de tela y usar una de sus esquinas.

Plumas: Pásalas por tu cuello, hombros y pecho muy despacio, para sensibilizar la zona. Luego, pídele a tu chico que entre en acción con la punta de sus dedos o de la lengua.

Chocolate líquido frío: Coloca pequeñas gotas en el contorno de tu pezón y que tu pareja las chupe.

Otros consejos que te harán vibrar:

Antes de llegar a la cumbre de tu pezón, mueve tus dedos en círculos amplios a su alrededor. Los movimientos tienen que ser suaves, combinados con un progresivo aumento de la presión.

Combina los movimientos circulares con pellizcos ligeros o un poquito más agresivos. Tú pones los límites.

Un buen paso en el camino hacia el orgasmo es lubricar con saliva la zona.

La sensación de placer se multiplica si al juego de las caricias manuales se suma la lengua. Succionar, morder, recorrer con la lengua los pezones, a distintas velocidades, va acumulando energía antes de la explosión final.

Se puede jalar con la punta de los labios los pezones cada cierto tiempo.

Fuente: MHL