El pasado 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, el Colegio Nacional de Periodistas, seccional Caracas, denunció violaciones de derechos fundamentales en 5 casos de profesionales de la comunicación, presos o en libertad con medidas cautelares. Las amenazas a la libertad de prensa, con su correlato, los atentados contra la integridad física de los periodistas, son recurrentes en este país, donde un colega, Roland Carreño, lleva ya más de 2 años tras las rejas sin fundamentos que justifiquen su arbitrario confinamiento.
Hace algún tiempo se publicó en la edición impresa de El Nacional un editorial crítico en torno a las amenazas al derecho humano a manifestar libremente sus pensamientos, ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión, y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura, tal como lo pauta el artículo 57 de la carta magna vigente, tenida como la mejor Constitución del mundo por Hugo Chávez, pero denostada y degradada a «bicha» por él mismo cuando dejó de serle útil para instrumentar políticas ajenas a su letra y espíritu, tal la hegemonía comunicacional y su correlato, el monopolio del papel, prácticas defendidas como indispensables para la implantación del socialismo del siglo XXI por Andrés Izarra cuando estuvo al frente de la cartera de información.
En el editorial aludido en el anterior párrafo, se contaba un diálogo sostenido por Fidel Castro y Anastás Mikoyán, viceprimer ministro de la extinta Unión Soviética, en visita a Cuba para firmar los primeros acuerdos de lo que sería una larga relación entre ambos países. Improvisado intérprete del encuentro entre «el héroe de Sierra Maestra» y el enviado de Jruschov fue el periodista Mike Roldán, quien, alarmado por las opiniones del visitante ―«se debe tener mucho cuidado con la libertad de prensa, porque pone en peligro a la revolución»― se limitó a decirle al Caballo: ¡Este tipo está hablando tonterías!
Las violaciones de la libertad de expresión son inconcebibles en democracia —la primera de las 10 enmiendas de la Constitución de Estados Unidos prohíbe la creación de cualquier ley que impida la práctica libre de la misma, o la reduzca o vulnere—, pero, para los ismos absolutistas (socialismo, peronismo, chavismo, castrismo, etc.), esa prerrogativa es mera tontería.
Editorial de El Nacional
WEIL