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Tom Cruise pone más el cuerpo y usa menos efectos especiales en Misión Imposible

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Tom Cruise pone más el cuerpo y usa menos efectos especiales en Misión Imposible

Cuando la primera Misión Imposible llegó a los cines en 1996, nada hacía suponer que Tom Cruise estaba ante la saga que iba a redefinir su carrera. El actor, uno de los rostros más importantes de Hollywood, estaba lejos de ser un recién llegado, pero ese filme no tardó en convertirse en uno de los emblemas de su carrera.

 

 

 

 

 

 

Con el correr de los años y con cada nueva entrega, Cruise tomó un mayor control creativo sobre la franquicia y le dio a estos largometrajes un sello propio. Esa firma tiene que ver con escenas de alto riesgo, en las que pone el cuerpo al servicio del puro placer cinematográfico, tanto para él como para los espectadores. Y el estreno del séptimo capítulo de Misión Imposible es la excusa ideal para repasar algunos los momentos más emblemáticos de Tom Cruise en la saga.

 

 

 

 

 

 

Sin pisar el suelo

 

 

 

 

 

 

 

 

La primera Misión Imposible se impuso gracias a una secuencia que marcaba el ecuador de la historia y que sorprendía por su inventiva. Allí, Ethan Hunt (Tom Cruise) irrumpía en un laboratorio secreto, con el fin de extraer importante información. El director Brian de Palma (cuya presencia fue un puntapié inmejorable para la saga) orquestó una escena de gran tensión, en la que Hunt colgaba de una cuerda y procuraba concretar el robo sin pisar el suelo.

 

 

 

 

 

 

La de Cruise haciendo toda clase de piruetas en el aire fue una imagen que se convirtió en un ícono del cine, que fue parodiada y homenajeada en infinidad de publicidades y clips de la época. Este momento fue el sello de Misión Imposible en cine y el primer paso en una extensa galería de secuencias de acción que Cruise intentó superar en las entregas posteriores.

 

 

 

 

 

 

Sobre las montañas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En los años noventa, una continuación de Misión imposible no estaba en los planes inmediatos de Tom Cruise. Por ese motivo, la secuela se hizo esperar ni más ni menos que cuatro años (en el medio el actor filmó con directores del calibre de Stanley Kubrick o Paul Thomas Anderson). Pero es indudable que el regreso fue a lo grande, y ahí tuvo mucho que ver la prodigiosa mano de John Woo, un director hongkonés especialista en las escenas de acción coreografiadas hasta en el último detalle.

 

 

 

 

 

 

Atento de brindarle a Ethan Hunt un gran regreso a la pantalla grande, el largometraje comenzó con una escena que muestra al actor subiendo una imponente montaña. Hay efectos especiales, desde luego, pero la imagen de Cruise escalando a mano desnuda y sin ningún tipo de artefacto tecnológico se consagró como una de las postales más reconocibles del cine del año 2000.

 

 

 

 

 

 

 

Volar desde un helicóptero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En medio de una aventura cuya trama homenajeaba al argumento de Tuyo es mi corazón, Ethan Hunt aceptaba la misión de ver cómo la mujer que ama debe enamorar al enemigo para obtener información de vital importancia. De ese modo, Misión Imposible 2 ponía nuevamente en aprietos al protagonista, que debía realizar todo tipo de piruetas para lograr su objetivo.

 

 

 

 

 

 

 

Y la mayor de esas acrobacias consistía en infiltrarse en un laboratorio, que contaba con sofisticadas medidas de seguridad. Esta vez, Hunt se lanzaba desde un helicóptero y caía hacia una trampa mortal, que incluía un sistema de ventilación que abría y cerraba sus compuertas, amenazando con triturar al protagonista.

 

 

 

 

 

 

Dubai y sus rascacielos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con la cuarta entrega de la franquicia, titulada Misión Imposible: Protocolo fantasma, las escenas de Cruise escalando distintas estructuras ya eran un guiño autorreferencial. Y después de la montaña, el siguiente paso fue trepar por un imponente rascacielos en Dubai. En una escena clave dentro de la historia, y a lo largo de unos minutos que cortan el aliento, el agente utiliza unos guantes que le permiten adherirse a la superficie del colosal edificio, para treparlo hasta ingresar en una de las habitaciones. Cruise le pone el hombro a una secuencia extraordinaria, a medida que se hace evidente que el actor disfruta cada vez más de estas escenas.

 

 

 

 

 

 

 

Con el correr de las películas, Cruise comenzó a abandonar paulatinamente el exceso de efectos digitales para darle cuerpo a secuencias de enorme riesgo. De esa manera, Cruise ensaya numerosas veces cada una de esas peligrosas coreografías con el fin de renunciar al abuso de efectos digitales e imprimirle a las aventuras de Hunt la mayor verdad posible.

 

 

 

 

 

 

 

Tarde para el vuelo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En su primera película dentro de la franquicia, el director Chris McQuarrie ideó junto a Cruise un inicio de gran impacto para Misión Imposible: Nación secreta. Varios de los aliados de Hunt se encuentran atentos al despegue de un avión de carga, que lleva en su interior numerosos misiles. Los agentes deben tomar control de ese cargamento, pero el protagonista no aparece. De golpe y dirigiéndose hacia cámara, irrumpe Ethan Hunt corriendo a la par del avión, decidido a abordarlo a como dé lugar.

 

 

 

 

 

 

El vehículo despega, pero el protagonista no cesa en su esfuerzo y el avión levanta vuelo con Hunt agarrado de la manija exterior de una de sus puertas. Una vez más, se trata de un momento de gran adrenalina, en el que Cruise logra hacerle creer al público que realmente está a cientos de metros de altura y a un paso de la muerte.

 

 

 

 

 

 

 

Una caída que pudo ser fatal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Misión imposible: Repercusión tenía la difícil tarea de subir la apuesta, de cantarle «falta envido» a todas las películas anteriores y presentar una secuencia que fuera la más imponente de la saga. Y de alguna manera, el film lo logró. Al comienzo de una misión, en la que Hunt debe encontrar tres cargas de plutonio, el protagonista se arroja de un avión junto a su nuevo compañero, el agente Walker (Henry Cavill).

 

 

 

 

 

 

 

Eso da pie a un plano secuencia que evidencia la creatividad de Cruise y McQuarrie al retratar esos segundos de enorme adrenalina, con ambos personajes cayendo al vacío. Y si ese momento no fuera de por sí impactante, cerca del final de la película, Cruise protagoniza una kilométrica carrera en la que persigue a un enemigo y que culmina con un salto en el que el actor se rompió el tobillo.

 

 

 

 

 

 

 

De esa forma, y gracias a estas (y otras escenas), Misión Imposible se consolida como una enorme saga cinematográfica, que en su séptima entrega intentará volver a superar su propia marca.

 

 

 

 

 

 

RONDA

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