Resulta difícil saberlo, porque los recién nacidos no pueden, obviamente, contárnoslo, y las técnicas de neuroimagen tampoco establecen qué pasa exactamente por sus cabecitasdurante el tiempo que le dedican a dormir, entre dieciséis y dieciocho horas al día.
Lo que sí sabemos es que el 50 % de su descanso entra en la llamada fase REM, mientras que para los adultos esta etapa –la más onírica e intensa desde el punto de vista de la actividad cerebral– solo ocupa el 25 %. Así que la maduración mental implicaría, en teoría, soñar menos.
Las únicas pistas sobre lo que sienten los bebés cuando están en brazos de Morfeo son sus gestos: mueven las cejas, hacen mohines… y sonríen mucho. Esto hace suponer que las pesadillas llegan más tarde, a partir de los dos o tres años, cuando la angustia y los conflictos emocionales se instalan en la psique del niño.
Muy Interesante