Ramón Guillermo Aveledo: Venezuela sigue siendo Venezuela

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Ramón Guillermo Aveledo: Venezuela sigue siendo Venezuela

Venezuela sigue siendo Venezuela. Sus problemas que son muchos y algunos muy graves, no la detienen. Los venezolanos no estamos en “pausa” mientras lo que nos preocupa, e incluso nos angustia y nos agobia no se resuelva. No es que pasemos página, no es verdad, es que la vida sigue y hay que afrontarla.

Venezuela es mucho más que la capital. Venezuela es todo el país, cada rincón de su extensa y variada geografía y ahora, Venezuela también está regada por los cinco continentes en unos ocho millones de personas. Cada vez que salta Yulimar Rojas o batea, lanza o atrapa alguno de los sesenta y tres compatriotas que juegan en las Grandes Ligas de béisbol o dirige Dudamel en Los Angeles, Maturet en Miami o Hindoyán en Liverpool o son nominados al Grammy Latino Joaquina y Elena Rose, Alleh y Yorghaki, Lasso y Rawayana, Dudamel y Akapelah, C4 Trío y Big Soto nos sentimos allí, con ellos, son la punta brillante y famosa de un gentío que trabaja, que lucha en condiciones a veces muy adversas, en esa diáspora estudiada por Tomás Páez, ahí también está Venezuela.

Aquí, en el territorio de este país de nosotros, hay mucha gente estudiando, pensando, creando, trabajando, produciendo. No es retórica de autoayuda, es constatación de una realidad que he visto que he vivido, en las ciudades y en los campos de los cuatro puntos cardinales de la patria, en las disminuidas zonas industriales y en sus propias casas, en las calles y zonas comerciales, en las universidades y en las escuelas y colegios, en talleres, gimnasios, canchas, en todas partes y en todas las labores, desde las más humildes hasta las más complejas o encumbradas.

En la querida “isla de azul y de viento” del verso de Prieto, en Margarita, recién estuve con gente que no se da por vencida, que no se rinde, gente que ejerce el inalienable derecho de todo margariteño a soñar, como lo hicieron Chelías Villarroel y Francisco Narváez, Jóvito y Alejandro Hernández, Fucho y Prieto Figueroa y las mujeres, claro, de las ostreras de La Restinga a las empresarias turísticas de Playa El Agua en Antolín del Campo, porque el heroísmo no se terminó con Lusa Cáceres de Arismendi.
Soñar es bueno, cuando no nos quedamos en el sueño y trabajamos para hacerlo realidad, cuando hacemos que los “castillos en el aire”, después de imaginados, pensados y diseñados, se conviertan en construcciones reales y echemos las bases que le den solidez, vayamos levantando su estructura.

La alianza social pública-privada es una tendencia mundial, nacida en el sentido común que, en este caso, es el sentido de lo común, conciencia de lo compartido. En la vida civil, la indiferencia no es opción, a todos nos incumbe, todos tenemos algo que aportar.

Hace un mes, en Caracas, asistí al 2° Foro de “Emprendedores a Empresarios” fruto de un convenio entre Fedecámaras y ATRAEM, la asociación de trabajadores autónomos, emprendedores y microempesarios que sigo con afectuoso interés desde su gestación.

Que la economía informal, donde hoy hay siete millones de venezolanos, se enrumbe a la formalización porque se consolida, se fortalezca y tenga oportunidades reales de acceder a la economía competitiva, el crédito, la seguridad social, superando las dificultades con resiliencia, capacidad, a base de pasión y calidad en sus productos y servicios.  En las intervenciones y los paneles del evento, se puso el acento en la educación. Educación específica para el emprendimiento y el manejo de las tecnologías constantemente cambiantes, desde luego, pero lo que a fondo incide en las desigualdades es la educación a todos los niveles, desde inicial, primaria y media hasta superior que en la actualidad de nuestro país no es una preocupación menor.

La democracia, esa obra común que nos compromete a todos, tenemos que hacerla cada vez más participante, más productiva y más justa. De eso se trata una sociedad democrática.

La política como búsqueda de bien común mediante la convivencia ordenada y libre en el marco de instituciones que funcionan para todos y las políticas públicas como diseños y líneas de acción para hacer la vida más humana, existen para servir a la gente que crea y trabaja. Para apoyarla, para promoverla, para liberar y fortalecer su potencial formidable. Esa es su razón de ser.

Ramón Guillermo Aveledo

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