Mucho se ha hablado del ex Presidente Luis Herrera Campíns en este año centenario de su nacimiento. Es que la suya es una vida venezolana muy interesante y con abundantes lecciones válidas para las nuevas generaciones, en un país que necesita cultivar su memoria histórica para fortalecer su identidad. Y no lo digo desde el afecto que a su memoria profeso, sino con la objetividad de quien se empeña y promueve conocer y comprender este país de nosotros. Personalmente he participado en varios de los actos a propósito de la conmemoración, en la Academia de Ciencias Políticas aquí en Caracas, en Acarigua, en Barquisimeto, en Maracay, en El Vigía y la Universidad de los Andes en Mérida y el 20 en la Universidad Católica Andrés Bello, dónde el entonces joven diputado al Congreso fue profesor en la escuela de Periodismo, hoy de Comunicación Social, cuando la dirigía su fundador el Padre Alberto Ancízar.
Precisamente, para tratar esa faceta de su biografía, me habían contactado estudiantes de la misma escuela en la UCV, la casa donde egresé y de la que por ser uno de los líderes de la huelga estudiantil contra la dictadura fue expulsado, preso y desterrado Herrera, debiendo culminar sus estudios de Derecho en Santiago de Compostela, a donde comenzó un largo exilio de cinco años que lo llevaría a Italia, Inglaterra y Alemania. Comparto con ustedes mis notas para esa charla frustrada y de paso les cuento que ya hubo el 7 de noviembre una en la facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, el 11 otra en Economía y ojalá puedan ir a la que el 26 está prevista en Comunicación Social. Bien lo merece.
Luis Herrera Campíns fue un periodista vocacional desde su juventud más temprana. Empezó en dos periódicos estudiantiles de La Salle de Barquisimeto, Surcos y Vanguardia, así como en El Impulso, ese histórico diario larense fundado en 1904, donde empezó con crónicas deportivas colegiales y luego tuvo columna. De entonces, hasta sus artículos en el desaparecido diario El Globo cuando se acercaba la hora de su partida, hay una larga e intensa trayectoria. Ya en Caracas, en el semanario de la Unión Nacional Estudiantil fue desde redactor hasta director y escribió en La Opinión, La Esfera y la revista Elite.
Gremialista desde la primera hora, en 1943, cuando tiene dieciocho años, es delegado muy activo en los debates del I Congreso Venezolano de Periodistas, fundacional de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), que con la aprobación de la Ley de Ejercicio del Periodismo en 1972, se convertiría en Colegio Nacional de Periodistas.
En el diario El Gráfico será jefe de redacción y finalmente director. En ese trabajo sufrió su primer carcelazo en 1949. La junta militar consideró irrespetuosa una nota del periódico, suspendió su circulación y detuvo a Herrera, pero ese mismo año, asistió en Ecuador a la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa y denunció las violaciones a la libertad de expresión en Venezuela.
En 1950 colabora con Signo, revista dirigida por Tarre Murzi, donde escribe, entre otros, Don Mario Briceño Iragorry. En esa década comienza su columna Palenque en el gran diario zuliano Panorama. Desde el exilio, no descansa el periodista. Publica en Excelsior de México y El Espectador bogotano y crea con varios compañeros TIELA (Triángulo Informativo Europa-Las Américas) que entra clandestinamente a Venezuela, entre otras rutas, en la maleta del torero César Girón.
De regreso a Venezuela, después del 23 de enero de 1958, promueve Raíz, revista político-ideológica de breve existencia. Vuelve a Panorama, es articulista de Últimas Noticias y en Momento, la principal revista política de aquellos años, es llamado por Ramírez McGregor como uno de sus subdirectores, junto a Carlos Rangel y Cheíto Herrera Oropeza. La redacción la encabeza Plinio Apuleyo Mendoza y contaba con un redactor estelar en Gabriel García Márquez.
Desde 1964 cuando El Nacional renueva su página de opinión, al lado de las caricaturas de Zapata, publica Herrera Campíns quien también incursionó con seudónimos como Siul y Chirel en columnas de su juventud y los reportajes de Gonzalo Álvarez en Momento.
La revista Bohemia, y los diarios Abril y 2001 acogieron sus trabajos ya expresidente. Así como con Adel Muhammad había fundado la revista Pueblo Unido en los años setentas, en los ochentas y noventas lo hizo con Voz y Camino, para la que varias veces colaboré y cuyos punzantes editoriales eran invariablemente noticia.
Defensor celoso de la libertad de prensa. Van tres anécdotas. Siendo Presidente le pedí que sobreseyera el juicio de María Eugenia Díaz y me dijo: “Mejor vamos a esperar que la Corte decida liberarla, que quede esa jurisprudencia que proteja la confidencialidad de la fuente y se saldará la cuestión, una decisión presidencial no”. Y así fue. Antes de su última rueda de prensa presidencial, en la que participé como Presidente de VTV, con los otros directores de los medios, le inquirí si quería que le hiciera una pregunta en concreto, me respondió: “Pregunta lo que quieras, uno no debe saber lo que le van a preguntar”. Y cuando en su cumpleaños en 2007, ya inminente el cierre de RCTV, medio que había sido muy injusto con él, alguien por adularle celebró esa arbitraria medida, soy testigo de su sincero enojo, por primera vez lo oí subir la voz con categórica dureza: “¡Eso es inaceptable!”
Ramón Guillermo Aveledo








