Para el ex parlamentario Ramón Guillermo Aveledo la anti política contra la Asamblea Nacional agrede a los ciudadanos. «Los agredidos no son una posición política, ni el parlamento, ni los parlamentarios, sino los ciudadanos y sus derechos».
Así lo manifestó Aveledo, como orador de orden durante la Sesión Especial con motivo del 60° aniversario del 23 de enero de 1958, quien destacó que en la Asamblea Nacional debería estar la diversidad de opiniones de la comunidad nacional «agrietada que tenemos que restablecer».
«Aquí deberían estar los diputados y diputadas de los partidos que apoyan la línea del gobierno. Es una anomalía que decisiones de la equivocación anti política, expropien a quienes votaron para traerlos aquí, de su voz y su visión en este hemiciclo. Aquí deberían estar, también, la diputada y los diputados de Amazonas esa región querida, así como el representante indígena de ese estado y de Apure. Los pueblos y comunidades del confín sur de nuestra patria, en exclusión que se agrega a otras que padecen, han sido privados de su derecho a participar. Aquí deberían estar los diputados hoy perseguidos o apresados, a despecho de la inmunidad que les reconoce y garantiza el artículo 200 de la Constitución. En todos esos casos, los agredidos no son una posición política, ni el parlamento ni los parlamentarios, sino los ciudadanos y sus derechos».
Destacó que los venezolanos necesitan que esta institución haga más y mejor, porque en el pleno y eficaz funcionamiento del sistema constitucional están los caminos y las herramientas para resolver los gravísimos problemas que asaltan la cotidianidad, con angustias y sobresaltos hasta para lo más elemental.
«El que ustedes sigan aquí, que a pesar de la arbitrariedad arrogante continúen trabajando sin rendirse ante la precariedad que les impone, a ustedes y al funcionariado, el atropello injusto y alevoso, que mantengan abierta esta casa del pueblo nos dice que hay esperanza».
Sostiene que el estudiante que quiere formarse para salir adelante, los que trabajan duro quiere superarse tienen esperanza, el que siembra aguanta dificultades gracias a su esperanza, las madres que se esfuerzan para alimentar a sus hijos, para su desarrollo, para verlos crecer sanos.
«El que tiene una idea, invierte, emprende, trabaja y da trabajo, produce, se mantiene en pie gracias a su esperanza. Es su derecho. El enfermo que acude al hospital para curarse y busca en la farmacia el medicamento que necesita para ese tratamiento que lo sane, alberga la esperanza de la salud y la vida. Es su derecho. El ciudadano, militante o no, que lucha cívica, pacíficamente, por su idea de Venezuela, por su sueño de cambio para el país, es una esperanza. Es su derecho. Aquel joven que decidió que su vocación era defender a su patria y que ya oficial no se conforma con que la institución que ama sea confundida con la corrupción o identificada con la represión, se hizo cadete con una esperanza. Es su derecho».
Manifestó que estudiar, trabajar, crear, producir, levantar una familia, progresar, estar sano, militar en una idea cívica, servir a la seguridad de la patria, son derechos y también deberes.
«La República, ese proyecto que Venezuela asumió desde 1810 y que todavía dista de realizar a plenitud, es un orden de igualdad donde todos tienen derechos y deberes. Y uno básico, fundamental, es el derecho a la esperanza, ese que te llama a tu realización como persona. Cada uno y todos juntos, en cada región, cualquiera sea nuestra posición, en defensa propia, vamos a ejercer nuestro deber y a defender nuestro derecho a la esperanza. No permitamos nunca que nos expropien la esperanza. Nadie, por arrogante que sea, es tan poderoso como para atribuirse la prerrogativa de expropiar al pueblo venezolano su esperanza».
Curiosamente Ramón Guillermo Aveledo reveló durante su discurso que los años terminados en 8 han sido de cambios en Venezuela, recordó que Ramón J Velásquez contó que en los días siguientes al 23 de enero se puso muy en boga entre las personas enteradas del proceso histórico, el curioso dato de la coincidencia de las crisis nacionales de la política con los años terminados en ocho.
«Mariano Picón Salas, en una charla por televisión y después de advertir que nada había más anticientífico que esa clase de acotaciones, enumeró los episodios: 1848 caída de Páez y la oligarquía conservadora; 1858, caída de Monagas y de la oligarquía liberal; 1868 caída de Falcón y del régimen federalista; 1878, la traición de Alcántara a Guzmán Blanco; 1888, la traición de Rojas Paúl a Guzmán Blanco; 1898, la muerte de Joaquín Crespo y el fin del liberalismo amarillo; 1908, la traición de Juan Vicente Gómez a Cipriano Castro; 1918 7 1928 las dos grandes crisis que afronta el régimen gomecista; 1948, el derrocamiento del Presidente Rómulo Gallegos y el inicio de la dictadura militar.”
En ese sentido dijo que a esta relación hay que agregar dos datos que Picón Salas no podía adivinar: En 1968, por primera vez, un candidato presidencial de oposición (Rafael Caldera) ganó las elecciones, dándose inicio a la alternancia pluralista y en 1998 fue elegido Presidente Hugo Chávez y comenzó la llamada “Revolución Bolivariana” y la ya larga hegemonía del grupo actualmente en el poder. ¿Coincidencia? ¿Destino? En Venezuela, los años terminados en 8 han resultado ser años de cambio.
Recordó que en 1958 el gobierno optó por bloquear la salida constitucional y, en vez de elecciones libres y limpias, organizó una farsa plebiscitaria de éxito formal y brevísimo. La protesta estudiantil del 21 de noviembre fue una de las manifestaciones de rechazo que surgieron desde diversos sectores de la ciudadanía. Si en el fraude del 30 de noviembre de 1952 se había salido con la suya por cinco años más, a la mascarada de 15 de diciembre de 1957 sobreviviría apenas mes y días.
«No son pocos los héroes del proceso que en aquella jornada dio inicio a un proceso nuevo. Muchos son conocidos, miles son anónimos. Pero quiero destacar hoy, para que no se nos olvide, a un héroe inesperado, un hombre decente cuya bonhomía se respiró en este hemiciclo durante tres períodos como Senador de la República y a quien aquí mismo tuve el honor de conocer y tratar. Un militar que alcanzó el grado de Vicealmirante. Había ejercido en aquellos años cargos como Presidente del Instituto Nacional de Deportes y del Círculo Militar, y como Comandante de la Armada era el oficial de mayor antigüedad y jerarquía en enero de 1958».
Continuó relatando que en un tiempo en que era tal el resentimiento popular ante los militares, «injusto como toda generalización, que evitaban salir a la calle uniformados, el Almirante Wolfgang Larrazábal fue una figura querida, inmensamente popular, que inició la reconciliación de esa institución fundamental de Venezuela con su pueblo. Porque él mismo, con su sencillez y espíritu cívico, simbolizaba un reencuentro entre compatriotas, con o sin uniforme, en el ancho y acogedor valle de la parejera cordialidad venezolana».
Al termino del discurso dejó claro que el 23 de enero de 1958 amaneció de esperanza, pero que también de unidad. «Unidad cada vez más amplia para que se lograra. Y unidad en el naciente espíritu del 23 de enero. En la esperanza del 23 de enero de 1958 juega un papel clave, fundamental, la unidad. Por eso, la sabiduría de Pompeyo Márquez nos dice que “La gran enseñanza del 23 de enero es la unidad nacional”.
Agregó que Adecos y copeyanos, urredistas y comunistas, unidos. Empresarios y trabajadores organizados, unidos. Profesores y estudiantes, unidos. Profesionales, intelectuales, periodistas. La Iglesia católica. La unidad fue levantando el ánimo nacional y movilizando el alma nacional.
«Unidad. No es un secreto arcano. Unidad, no es una fórmula misteriosa. Unidad, no es un hallazgo de sabios en pos del Nobel. Cualquiera lo sabe. Cualquiera lo dice. Unidad, está en el sentido común popular. Sólo requiere responsabilidad en el compromiso y suficiente humildad para comprender que los demás te hacen falta a ti, tanto como tú le haces falta a los demás. Unidad. ¿Exige la unidad grandeza de alma? Sí. Pero seamos menos solemnes, porque es más simple. Basta con acercarse al alma sencilla del pueblo»
Considera que el punto a la política, el asunto principalísimo de esta Asamblea, es que nunca olviden esa esencial dimensión de servicio, por ningún motivo. «Hay demasiados venezolanos sufriendo. La tarea crucial de buscar, por medios lícitos, el cambio político, no releva a nadie del deber de exigir a quienes gobiernan rectificaciones y de ofrecer alternativas de política pública para atender, atenuar y resolver esas calamidades que invaden como rio crecido la vida del barrio y la urbanización, del campo y del casco urbano, de la calle y del hogar».
Afirmó que ese deber tiene simetría, no podría ser de otra manera, con el de quienes pueden hacer todos los esfuerzos lícitos para conservar el poder, pero sin olvidar que su obligación es gobernar para todos dentro de la Constitución, de resolver problemas, de corregir errores, de atender las consecuencias de sus políticas.
«Hay demasiados venezolanos sufriendo. Que nunca alguno de ellos pueda interpelarnos justificadamente, cuando yo sufría ¿Dónde estabas tú? Y no tengamos respuesta. No debemos, no podemos, dejarlos solos. Nuestro trabajo, el de cada uno de ustedes como sus representantes, es ser los defensores de su esperanza».
Ramón Guillermo Aveledo, Expresidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la República , y con varios períodos como Diputado por el estado Lara, actualmente Presidente del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, le toco ser el orador de orden de la sesión solemne del 60 aniversario del 23 de enero de 1958.