Controlar el poder nacional es lo que más les interesa porque la Asamblea tiene constitucionalmente competencias muy relevantes
Estamos ante decisiones muy difíciles que sin embargo no podemos eludir. El ensayista norteamericano David Brooks define la estupidez “como un comportamiento que ignora la pregunta ¿Qué pasará después? Si prefiere, podemos recordar Decisiones, la canción de Rubén Blades.
Abruptamente, el poder ha convocado para abril elecciones de Asamblea Nacional, gobernaciones y consejos legislativos. A casi un año para que tomen posesión y si faltarán ocho meses desde la votación ¿Por qué convocar ya y no como Maduro dijo en noviembre que serían primero las municipales, luego las regionales y finalmente las legislativas nacionales? ¿Por qué el apuro?
En cuanto a lo primero, controlar el poder nacional es lo que más les interesa porque la Asamblea tiene constitucionalmente competencias muy relevantes. También de seguro influyeron motivaciones de algún actor o actores del círculo que manda al más alto nivel.
El por qué del apuro es mucho más claro: como minoría política y social quieren aprovechar un previsible reflujo electoral. Mientras menos votantes, mayores las posibilidades de sacar ventaja sin necesidad de trucos.
Se busca provocar la mayor abstención posible en un electorado frustrado a raíz del 28 de julio. A la desconfianza en los resultados emitidos oficialmente desde la consulta del Esequibo, el incremento de represión, amenazas y restricciones, la continuada legislación contra los principios constitucionales, la eliminación de la tarjeta de la manito, súmese que los que desde una política alternativa sincera piensen participar, duramente golpeados en estos meses, deben acelerar el paso para organizarse, acordar candidaturas, reconstruir su estructura de defensa del voto diezmada por la persecución y la emigración.
Surfeando en esa ola negativa, una campaña para “no convalidar esa farsa” la tendría muy fácil. Pero sinceramente, no creo que lo responsable sea dejarse llevar. Es facilitar demasiado los planes del poder ahora, en las municipales y en un referendo que sería ineludible para esa desconocida reforma constitucional.
No creo que ésta sea una reacción a la declaración de María Corina Machado el 19 de enero de no participar en ninguna elección mientras no se respete el resultado de la del 28 de julio. Un dato tal, favorecedor involuntario de su estrategia, no es ignorado por ellos, pero su motivación, repito, parte de sus prioridades e intereses.
Hay preguntas obligadas.
¿Quiere el poder que la oposición participe en las elecciones? No. Todo lo que hace y cómo lo hace está destinado a lo contrario.
¿Se legitima el poder con la participación en estas elecciones? No. Legitima una elección libre y justa y el respeto a sus resultados.
Argumentos de por qué no votar sobran, lo que no escucho es para qué abstenernos ¿Qué ganará con eso la causa de la mayoría que quiere un cambio para Venezuela?
Nunca he dicho ni diré que quien opine distinto a mí es estúpido. Esa sería una estupidez. El criterio básico es plantearnos qué pasará después, cuáles serán las consecuencias de nuestra decisión.
Ramón Guillermo Aveledo
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