Aparte de la caída del 28 % en las utilidades durante el último trimestre, inquietan otras fragilidades en la primer compañía del país.
La publicación de los resultados financieros de Ecopetrol siempre da lugar a titulares destacados. A fin de cuentas, se trata de la empresa más grande del país, cuya buena salud es clave para sus accionistas, comenzando por la Nación, que es dueña del 88,5 por ciento del capital del conglomerado y que no solo recibe dividendos, sino importantes sumas por concepto de impuestos.
Debido a esa circunstancia, es inevitable referirse a la caída del 28 por ciento –de 5,1 a 3,6 billones de pesos– en las utilidades consolidadas de la firma durante el trimestre que concluyó el pasado 30 de septiembre. Si bien en términos históricos ese nivel de ganancias es aceptable, siguen presentes en el horizonte numerosas inquietudes que merecen la atención del caso.
Más allá de que esa reducción tiene relación con un factor exógeno como es un escenario de precios internacionales menos favorable para los hidrocarburos, existen fragilidades que no se pueden pasar por alto. Para comenzar, la producción nacional viene en declive y llegó a su punto más bajo para este período desde lo observado en 2010.
Hasta ahora la senda en descenso ha podido ser compensada gracias al desempeño de los campos de Permian, en Estados Unidos, en donde la compañía colombiana es socia de un exitoso proyecto, cuya participación ya le representa el 14 por ciento de lo que extrae. Los logros en este frente hacen todavía más incomprensible la negativa de finales de julio para una iniciativa de características similares, tras una instrucción directa del Presidente de la República que fue acogida por la mayoría de los integrantes de la junta directiva de Ecopetrol.
Ante la percepción de que criterios distintos a los técnicos influyen sobre la dirección de la que ha sido descrita como la joya de la corona del patrimonio público, los mercados se han hecho sentir.
Hace una semana, la acción de la sociedad llegó a 1.620 pesos, y si bien en días posteriores tuvo una ligera recuperación frente a un mínimo que no se veía hace cuatro años (desde los tiempos de la pandemia), la pérdida de valor bursátil en los últimos 24 meses se tasa en decenas de billones de pesos.
Se requieren más transparencia, rendición de cuentas y accionar de los órganos de control para evitar daños irreparables
Semejante detrimento se explica igualmente por afirmaciones como la de abandonar los combustibles fósiles en favor de la inteligencia artificial, según lo señaló el presidente Petro en un discurso a comienzos de octubre. En general, los analistas consideran que la gobernanza interna del conglomerado se ha deteriorado y que la salida de decenas de profesionales experimentados del más alto nivel directivo abre numerosos interrogantes sobre el futuro.
Y a eso hay que añadir las inquietudes en torno a las conductas del presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, y de sus allegados. En varias ocasiones los medios de comunicación –incluido este diario– han reseñado desde la compra de su apartamento en Bogotá a alguien con intereses en el sector extractivo hasta denuncias sobre presiones en nombramientos y direccionamiento de contratos.
Lo anterior justifica las preocupaciones de tantos, respecto a un eventual detrimento patrimonial de carácter permanente. Más transparencia, rendición de cuentas y accionar de los órganos de control es lo que se requiere para evitar daños irreparables en el que es un activo único de todos los colombianos.
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