Una persona que incrementa su temperatura corporal -a consecuencia del deporte o del calor ambiental- es capaz de comenzar a refrigerarse de un modo casi inmediato. Sus glándulas sudoríparas, un conjunto de células especializadas en expulsar vapor de agua, se ponen a trabajar y la transpiración tarda poco en llegar.
Los perros, sin embargo, no tienen glándulas sudoríparas repartidas por su piel, como tienen las personas y otros mamíferos, como los caballos. En parte, los perros sudan a través de las almohadillas de sus patas, que sí contienen estos útiles conjuntos de células, esenciales para perder el exceso de calor que acumula el cuerpo. El jadeo de su boca y la eliminación de vapor de agua a través de su lengua son otros mecanismos con los que cuenta el can para refrigerarse.
Los perros sudan a través de las almohadillas de sus patas
La mayoría de las glándulas sudoríparas de los perros se localizan en las almohadillas. Las células encargadas de expulsar el sudor del can y, con ello, de ayudarle a reducir su temperatura corporal, no se distribuyen por todo el cuerpo del animal. Sin embargo, aunque en menor cantidad, existen y se localizan en las almohadillas de las patas. “El hecho de que las glándulas sudoríparas se localicen en su mayoría en las almohadillas explica que el perro prácticamente no sude”, afirma el veterinario Fausto Andrés.
La capa de grasa que contienen estos cojines naturales del can permite amortiguar los golpes o la presión normal de las pisadas y funciona como un aislante de las temperaturas extremas del suelo. Pero además, las almohadillas del perro son su mecanismo de sudoración. Ello explica que, cuando el animal tiene calor, sea normal que deje un rastro mojado en las baldosas o en otras superficies lisas que pisa. Es su transpiración.
¿Es cierto que los perros sudan por la boca?
Las almohadillas del perro, sin embargo, tampoco son suficientes para eliminar todo el calor que nuestro peludo amigo desprende. “A falta de otros sistemas, la forma más eficiente de perder calor por evaporación es a través de la respiración”, explica Andrés. Por este motivo, cuando el termómetro sube, los perros sacan la lengua, jadean y respiran más deprisa.
El cuerpo de un can funciona, en este sentido, como un refrigerador. Su temperatura normal oscila entre 38ºC y 39ºC. El animal detecta cuándo hay un exceso de calor y bombea sangre caliente a la lengua, que está armada con eficientes glándulas salivares, que eliminan el exceso de temperatura en forma de humedad. El can expulsa el calor a través de esa evaporación de su boca.
“El perro saca la lengua y el vapor de agua caliente que llega de los pulmones se condensa al tocar las mucosas de la boca y la lengua, más frías”, añade el veterinario. Esto explica que el vapor que se condensa, en forma de agua líquida, caiga de la lengua y gotee en el suelo.
La cara y las orejas también ayudan a los perros a eliminar el calor
Cuando el perro expulsa vapor de agua a través de su lengua también ayuda, con este mecanismo, a enfriar su cerebro. El aire refrigerado en la lengua regresa con menor temperatura a este órgano vital del can.
Sin embargo, incluso la cabeza y las orejas de los perros ayudan a eliminar calor. El frigorífico natural del can ordena a las venas de estas zonas dilatarse o expandirse. Si el calor ambiental no es excesivo, esto ayuda a rebajar la temperatura de la sangre de nuestro peludo amigo.
Los Por qué
Por Confirmado: Teresa Campos