Es cierto que hay sonidos agradables, u otros que para algunas personas son completamente indiferentes. Luego están otras personas que sólo los consideran como lo que son: ruido. Sin embargo, algunos de estos ”ruidos” producen sensaciones estremecedoras para algunos humanos.
Un grupo de científicos de la Universidad de Newcastle en Australia ha descubierto que se debe a una interacción entre la región del cerebro que procesa el sonido (la corteza auditiva), y la amígdala, una estructura cerebral que procesa las emociones. Los resultados de esta investigación podrían ayudar a explicar enfermedades como la “hiperacusia” y la “misofonia”.
LA HIPERACUSIA
Este síndrome genera una disminución de la tolerancia a sonidos normales y naturales del ambiente. Los pacientes con hiperacusia sienten los sonidos normales como exageradamente elevados, también les molesta la voz los niños, el sonido de la vajilla, la bocina de los autos, el ruido de una moto, una frenada, etc. Es el aumento de la sensibilidad auditiva que suele deberse a una irritación en alguna parte de la vía auditiva.
LA MISOFONÍA
Las personas con misofonía pueden sentirse irritadas, enfurecidas o incluso sentir pánico cuando escuchan los sonidos que las perturban. Consiste en un síndrome que se define literalmente como “odio a los sonidos”, esta se manifiesta como un fuerte enojo causado por los sonidos que generan otras personas al comer, sorber, masticar chicle e incluso respirar.
Fuente: EsAsombroso