La mayoría de nosotros no conseguimos picar una cebolla sin echarnos a llorar. Es debido a un compuesto irritante que estos bulbos desprenden al cortarlos. En la naturaleza, dice el químico orgánico Eric Block, probablemente sea una defensa contra los depredadores. En la cocina es un incordio. Por este motivo, científicos de Japón y Nueva Zelanda han creado una variedad «sin lágrimas» suprimiendo la enzima que dispara el irritante. Los bulbos modificados genéticamente (izquierda) se destinan única y exclusivamente al estudio científico, pero el objetivo es cultivar una versión comestible natural. Dichosos los ojos.
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Catherine Zuckerman
Foto: Jean du Boisberranger / Gtres