El país – que es mucho más que el Estado, ese que a partir de 1999 otra vez muta en prisión de la ciudadanía – hoy recibe de las manos limpias de otra de las víctimas de éste, Iván Simonovis, un libro testimonial, El prisionero rojo.
Su narrativa, más allá de lo íntimo, de la vida suya que nos cuenta como en el Mito de Sísifo, desgarradora y vitalmente humana, es la síntesis renovada de una tara que marca la piel y hace hendidura en nuestra historia republicana, forjada con “saña cainita” como lo diría el ex presidente Rómulo Betancourt.