Ovidio Pérez Morales: Democratización de la inteligencia

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Ovidio Pérez Morales: Democratización de la inteligencia

 

El tema del desarrollo de la inteligencia con novedosas exploraciones en este campo, entre las cuales sobresale la inteligencia artificial, me llevó a destacar, en reciente intervención en Coro sobre el expresidente Luis A. Herrera Campins, lo que estimo la principal y peculiar obra de su gobierno.

Paradójica y lamentablemente esa iniciativa, revolucionaria en el mejor sentido de la palabra, fue enterrada sin pena ni gloria al terminar el mandato del ilustre portugueseño, como si hubiese sido una menuda disposición de ordinaria administración. Desde entonces no ha habido dolientes que recuperen en algún modo el tesoro sepultado.

A mí me gusta repetir lo que una vez oí de un amigo brasileño: “No hay cosa más peligrosa que enseñar a alguien a pensar con su propia cabeza”. ¿Por qué? Se está formando, en efecto, a un crítico de lo que uno propone. Pero no hay remedio, si se pretende edificar una sociedad de personas pensantes y protagonistas y no una masa de simples oyentes y seguidores, es preciso educar en el sentido genuino de esta palabra. Y educar es procurar que desde el interior del ser humano mismo emerjan concepciones, convicciones y creaciones. Como del mármol emergieron los davides y piedades del escultor toscano. Y en cuanto al saber, importa el tenerlo, pero, más todavía, el cómo obtenerlo. El método, cuyo aprendizaje no exige edad para comenzar.

El timón de la aventura, cristalizó en el Ministerio de Estado para el Desarrollo de la Inteligencia, del cual fue encargado otro gran venezolano y amigo, Luis Alberto Machado. Sobre la finalidad y motivación, realizaciones y valoración de tan importante iniciativa conviene leer La democratización de la inteligencia, editada oficialmente en 1984 con presentación e importantes intervenciones del presidente Herrera Campins.

El proyecto y sus primeros frutos fueron apreciados más fuera que dentro del país. Recibió apoyo de institutos, centros de investigación y gobiernos de las más diversas naciones e ideologías, al tiempo que catalizó muy diversos intercambios y encuentros a los más varios niveles.  Esa revolución, verdadera de verdad, tocaba no simplemente determinadas expresiones del quehacer humano, sino su fuente misma, como es la inteligencia. Facultad no encerrada en sí misma, sino interpretada como gemela de una voluntad orientada éticamente hacia el desarrollo integral, la justicia y la paz. La revolución de la inteligencia- El derecho a ser inteligente, de Luis Alberto (Ed. Planeta 1983) es bien explícita al respecto.

El cultivo sistemático de la inteligencia asumido, por su amplitud y trascendencia, como tarea del Estado, planteaba entre sus características principales: su sólida fundamentación científica, su funcionalidad respecto de la realidad concreta, su direccionalidad a toda la población sin distingos de ninguna especie, su talante inclusivo en materia ideológica y política, su apertura en beneficio de todos los pueblos. El término “Democratización de la inteligencia” expresaba esta apertura servicial, constructiva, genuinamente humanista, de dicha “Revolución”.

En esta línea se integraban la participación protagónica de la familia, la orientación de la educación formal, el compromiso sindical y la más variada contribución social. Y se promovía el trabajo conjunto con altos centros de investigación mundial y organizaciones nacionales investigativas y pedagógicas.

A un buen número de años del ocaso de tan valiosa iniciativa del presidente Herrera se pueden apreciar las dimensiones de esa gran pérdida nacional. No sólo por lo que se marginó de positivo, sino por la negatividad creciente en el campo de la educación y la investigación en el país. El corte totalitario del régimen imperante ha acentuado desde entonces una estatización masificante, el monolitismo ideológico, la hegemonía comunicacional, el cierre a la formación de una conciencia crítica y de una convivencia pluralista.

Importante es pensar; pero más, todavía, es pensar cómo pensar más y mejor. Aprovechando la inteligencia que Dios nos regaló, no sólo para utilizarla sino para hacerla crecer desarrollarla en perspectiva de bien. Democratizándola para lo mejor.

 

Ovidio Pérez Morales

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