En tiempos donde la mayoría de los periodistas optan por la seguridad de la distancia o el análisis desde la comodidad del escritorio, Carole Prunhuber eligió otra ruta: adentrarse en una tierra en conflicto, vivir con el pueblo kurdo, y narrar su historia con una fidelidad y profundidad que sólo se logra desde el compromiso humano.
Autora de De Venezuela al Kurdistán: crónicas de un destino (Kálathos, 2025), Prunhuber es mucho más que una escritora o periodista; es un puente entre mundos, una voz extranjera que supo contar con respeto, pasión y audacia la lucha de un pueblo silenciado. Los invito a sobrevolar y compartir este hermoso viaje de Venezuela a Kurdistán, crónicas de un destino.
Una vida entre la literatura, el exilio y el compromiso
Carole Prunhuber nació en Venezuela, pero su identidad ha sido moldeada por el desplazamiento, el multilingüismo y la empatía hacia los pueblos sin patria. Su carrera como periodista y escritora ha estado marcada por una atención constante a las voces marginales, a las causas olvidadas, a las heridas que el poder prefiere ignorar. No escribe desde la lástima, sino desde una ética de la mirada: una mirada que observa, escucha, participa y denuncia.
Siendo estudiante de su doctorado en letras en la Universidad de París, decide un día aventurar con su amiga Etna. Querían ir al Festival de Cannes. Con la ilusión y el alma indómita de dos hermosas jóvenes, toman su autobús rumbo al festival de la Palm d’or. No tenían boletos para entrar el evento por lo cual, comenzaron su saga entre contactos y referentes. Pero no lo consiguen. Finalmente, decepcionadas y con poco presupuesto, deciden ir a comer al Petit Carlton, un pequeño restaurante frecuentado por famosos directores, productores y actores.
Al llegar el lobby está a tope. De pronto un mesero se les acerca y ‘las invita’ a sentarse en la mesa de dos caballeros que tienen un par de puestos libres. Etna y Carole [Prunhuber] sospechan de la amabilidad del mesonero, pero deciden aceptar “el ofrecimiento’. Ya en la mesa Etna reconoce a uno de ellos. Se trata de David Meeker encargado de los archivos cinematográficos del British Film Institute. El otro era Gregg Magrane, norteamericano, investigador en biogenética de Cambridge. Con Gregg, Etna hizo ojitos. No sucedió lo mismo a Carole con David pero se hicieron grandes amigos. Etna terminó casándose con el académico de Cambridge, y llevan más de cuatro décadas unidos en matrimonio. Carole gracias a David, comenzó un hermoso viaje…
David la condujo a conocer a Yilmaz Güney escritor, guionista, actor y director de origen Kurdo, figura legendaria del cine turco, perseguido, encarcelado y milagrosamente liberado, autor de la afamada película Yol, ganadora de la Palma de Oro. Esa cena en el Petit Carlton y otros encuentros promovidos por David, fueron como Dioses según nos comenta Carole, moviendo los hilos de sus días en Cannes, un regio y apasionante destino.
Derroteros ignotos. Kurdistán: la historia vivida
No podemos dejar de comentar una anécdota maravillosa. Habiendo conseguido pases para entrar el festival, aquellas hermosas jóvenes tropicales-llegando tarde al estreno-entran por ‘la alfombra roja’. Se habían equivocado. Entre flashes y comentarios [que se preguntaban quiénes eran aquellas bellezas latinas, acaso actrices en ópera prima de alguna producción latina], entraron triunfales al teatro. Los hilos no dejaban de moverse…Rápidamente Carole cordializa con Yilmaz y a partir de ese encuentro comenzó a involucrarse con un pueblo, una cultura, una identidad…de la cual no se ha separado en 40 años.
Más tarde en París conoce en un vernissage Abdul Rahmán Ghasemlú, líder fundador del Partido Democrático Kurdo. Y de qué manera de abordarla Ghasemlú a Carole]. Recitaba poemas de Rumi, Hafiz, Omar Jayam, Saadi:
“Dicen que existe un cielo lleno de héroes, como vino limpio, miel y azúcar, llena mi copa y ponla en la mano que un placer a tu lado vale mil en las nubes”. -Disculpe, no soy yo quien le tutea sino el poeta Jayyam-dijo [Ghasemlú] riéndose mientras bebía su copa a la salud de Carole: “ Puedes hacer de mi lo que te plazca, pero no me retires la alegría de tu rostro” A partir de ese día Carole quedó prendada no con el hombre, sino con el alma y el espíritu de aquel líder kurdo, que la llevaría a tierras jamás pensadas.
En 1985, Prunhuber se adentró con un equipo de documentalistas en las montañas del Kurdistán iraní, cruzando a pie y en mula [trayectos de 14 horas] con los peshmergas para convivir con los combatientes y la población civil. Su viaje no fue anecdótico ni superficial: se enfermó, se arriesgó, sufrió. Pero también comprendió. Entendió que el pueblo kurdo no es una causa política abstracta, sino una nación viva, diversa y profundamente humana.
Ese viaje cambiaría su vida. Conoció de cerca a Abdul Rahman Ghasemlú, líder del Partido Democrático del Kurdistán Iraní, cuya figura marcaría no sólo su perspectiva política, sino también su obra literaria. Tras su asesinato por agentes iraníes en Viena en 1989, Prunhuber escribiría una poderosa biografía política y emocional: El fuego bajo las cenizas, que se ha convertido en una referencia indispensable para entender la historia kurda reciente.
Un talento atrevido y fiel. El legado de una voz comprometida
Prunhuber no tiene una voz neutral —y esa es su mayor virtud. Su escritura se atreve a tomar partido sin dejar de ser rigurosa. Su estilo es directo, sobrio pero profundamente lírico, capaz de retratar con igual agudeza las tensiones políticas y los momentos íntimos de una mujer cocinando pan en medio de la guerra. En su obra, el Kurdistán no aparece como un lugar exótico ni como un campo de batalla, sino como un espacio vivido, donde conviven la esperanza, el dolor, la poesía y la resistencia.
Su fidelidad a la verdad no es sólo periodística, sino existencial. No romantiza a los kurdos, pero los humaniza con una profundidad que sólo se logra cuando hay verdadera cercanía. Esa capacidad de integrarse a la cultura kurda, de escuchar más de lo que habla, y de volver con una historia que pertenece tanto a ella como a ellos, es el verdadero valor de su trabajo.
En un mundo donde el conflicto kurdo sigue siendo un tema periférico, Carole Prunhuber nos recuerda que el periodismo aún puede ser un acto de justicia, que la literatura aún puede ser memoria viva, y que contar bien una historia puede ser una forma de resistencia.
De Venezuela al Kurdistán no es sólo un libro de viajes, ni un ensayo político. Es un testimonio valiente de lo que significa ser fiel a la historia, aunque esa historia duela. Es, en última instancia, una obra necesaria. Como lo es la voz de Carole Prunhuber: atrevida, empática, imprescindible.
En De Venezuela al Kurdistán, crónicas de un destino (Kálathos, 2025), la escritora y periodista venezolana Carol Prunhuber nos ofrece una obra profundamente personal y comprometida que trasciende las fronteras del reportaje para convertirse en un testimonio vivencial de la lucha del pueblo kurdo. A través de su narrativa, Prunhuber se adentra en las tierras mesopotámicas, conviviendo con los kurdos y asumiendo los riesgos inherentes a una nación en conflicto.
La autora abandona la perspectiva del observador distante para convertirse en una participante activa. Su prosa, libre de tecnicismos, nos sumerge en escenarios diversos, desde palacios franceses hasta las agrestes montañas de Zagros. Carole se presenta como confidente, compañera y amiga de los kurdos, estableciendo una conexión profunda que enriquece su relato .
Un testimonio necesario…
La obra de Prunhuber destaca por su capacidad para dar voz a un pueblo frecuentemente silenciado en la agenda internacional. Su compromiso con la causa kurda se refleja en su detallada investigación y en la empatía con la que retrata a sus protagonistas. Este libro no solo informa, sino que también invita a la reflexión sobre la lucha por la autodeterminación y los derechos humanos .
De Venezuela al Kurdistán es más que una crónica de viaje. Es un acto de solidaridad y una muestra de la capacidad del periodismo para generar conciencia y empatía. Prunhuber nos recuerda el linaje de la mujer venezolana, de nuestro sentido de lealtad y lucha. Conversando con ella en nuestro espacio de TV, ‘EL abogado del Diablo”, alcancé decirle que [ella] era digna representación de la mujer venezolana. Valiente, tenaz, determinada y comprometida. Un espíritu bueno y laborioso, que eso de la excusa Kurda, una misión propia. Un destino si acaso paralelo al nuestro, donde su grito por la dignidad y el derecho a un pueblo a no ser olvidado, merecen cualquier viaje, cualquier riesgo, la vida misma.
Carole Prunhuber, en su libro De Venezuela al Kurdistán: crónicas de un destino, narra con honestidad valiente cómo llegó a integrarse en los círculos más íntimos del pueblo kurdo, incluyendo líderes políticos, combatientes de la resistencia y artistas que, con su creatividad, han mantenido viva la identidad de un pueblo fragmentado por la geografía y la política. ¿Historia repetida?
El pueblo kurdo constituye una de las naciones sin Estado más grandes del mundo. Su historia está marcada por la resistencia, la diáspora, la opresión y un firme anhelo de autodeterminación. El análisis del pueblo kurdo exige comprender sus orígenes, su ubicación geográfica, sus luchas múltiples —contra regímenes sunitas, chiitas e incluso el islam radical— y el complejo entramado de identidades que definen su causa.
La lucha del pueblo kurdo representa una de las epopeyas más significativas del siglo XX y XXI. Es la lucha de una nación sin Estado, con una identidad sólida y una historia de resistencia sin descanso. Su causa —el derecho a vivir con dignidad, libertad y reconocimiento— ha sido ignorada por las potencias internacionales, pero sigue viva en las montañas de Zagros, en las trincheras de Kobane y en la diáspora kurda del mundo. La historia aún no ha cerrado el capítulo del Kurdistán.
El Kurdistán no figura en los mapas oficiales. Pero existe: ocupa una región montañosa, rica en recursos y estratégicamente situada entre Turquía, Irán, Irak y Siria. La promesa de un Estado kurdo fue contemplada fugazmente en el Tratado de Sèvres (1920), al final del Imperio Otomano, pero pronto se esfumó con el Tratado de Lausana (1923). Desde entonces, los kurdos han sido reprimidos, desplazados y negados en todos los países donde habitan.
Un mosaico de identidades…
Los kurdos no son un bloque homogéneo. Su identidad es compleja y diversa: mayoritariamente musulmanes sunitas, pero también chiitas, alevíes, yezidíes, zoroastrianos e incluso cristianos. Hablan variantes del kurdo como kurmanjí, soraní y zazaki, y sus expresiones culturales reflejan siglos de resistencia y pluralismo. Esta diversidad es su fortaleza, pero también ha sido usada por sus enemigos para dividirlos.
En Turquía, se les prohibió hablar su idioma y se los reprimió violentamente cuando exigieron derechos. En Irán, fueron perseguidos por los ayatolás chiitas tras la revolución de 1979. En Irak, vivieron uno de los genocidios más atroces bajo Saddam Hussein, con la campaña Anfal (1988), que dejó decenas de miles de muertos. En Siria, se les negó la ciudadanía hasta hace poco. A pesar de estas violencias, los kurdos no han dejado de resistir.
El pueblo kurdo también fue clave en la lucha contra el Estado Islámico. En ciudades como Kobane y Raqqa, las milicias kurdas YPG/YPJ no sólo repelieron a ISIS, sino que lo derrotaron con el apoyo de la coalición internacional. Esta resistencia no fue solo militar: fue ideológica. En el norte de Siria, en la región conocida como Rojava, se impulsó un modelo de “confederalismo democrático”, basado en el feminismo, la ecología, el pluralismo y la libertad.
La causa: vivir con dignidad
El leitmotiv del pueblo kurdo es claro: vivir con dignidad en su tierra, hablar su lengua, practicar su cultura y decidir su destino. No necesariamente buscan un Estado-nación al estilo occidental, sino una forma de convivencia autónoma y democrática, donde puedan desarrollarse sin ser reprimidos ni asimilados por las mayorías dominantes.
Los kurdos han sido aliados estratégicos cuando ha convenido —como en la lucha contra ISIS—, pero luego han sido abandonados a su suerte, como ocurrió cuando Turquía invadió Afrin en 2018. La causa kurda sigue viva, pero necesita más que armas: necesita reconocimiento político y solidaridad real.
Carole Prunhuber: Una vida entre la literatura, el exilio y el compromiso
Carole Prunhuber nació en Venezuela, pero su identidad ha sido moldeada por el desplazamiento, el multilingüismo y la empatía hacia los pueblos sin patria. Su carrera como periodista y escritora ha estado marcada por una atención constante a las voces marginales, a las causas olvidadas, a las heridas que el poder prefiere ignorar. No escribe desde la lástima, sino desde una ética de la mirada: una mirada que observa, escucha, participa y denuncia.
De Venezuela al Kurdistán no es sólo un libro de viajes, ni un ensayo político. Es una narrativa lírica, directa, épica pero apasionante y real, que parafraseando a los poetas kurdos, hace de su oferta literaria, un verbo fino, cristalino, sincero “como el vino limpio y puro, pleno de azúcar y miel, como nubes atravesadas por un rayo de luz de un hermoso atardecer.
Carole es hoy una mujer que conserva aquel espíritu adolescente y bravío, una venezolana entre kurdos, que escribió crónicas de un destino que hoy se cruza con el propio, y al que toca preguntarle: ¿Tienes idea a quiénes has conocido, por qué le habéis conocido? Quizás su próximo viaje sea escribir la historia de cómo Kurdos y Venezolanos lograron derrotar la distancia más larga entre el olvido, la opresión y la dignidad y la libertad…
Orlando Viera Blanco
Carole, «Disculpe, no soy yo quien le tutea sino el poeta [Jayyam]: Puedes hacer de mi lo que te plazca, pero no me retires la alegría de tu rostro”, y agrego: de tu verbo, tu pasión tu compromiso por la verdad y por ser la voz de los que pretenden silenciar.
Gracias por ese hermoso testimonio De Venezuela al Kurdistán. Habéis cumplido tu promesa a Ghasemlú. Queda otra, con nuestro pueblo: Venezuela.
Viajamos de la mano, a una nueva historia de victorias, de mil y una noches de alegría, reencuentro y libertad. Carole Pruhumber, una venezolana entre kurdos, que escribió una regia crónica de destinos paralelos y fecundos, entre kurdos y el alma llanera. !Historia que germinará vida y libertad
@ovierablanco
vierablanco@gmail.com