Orlando Viera Blanco: Lo que vi y aprendí en Cambridge

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Orlando Viera Blanco: Lo que vi y aprendí en Cambridge

Visitar Cambridge, me dejó una poderosa reflexión: somos mínimos frente a la inmensidad del conocimiento

Cambridge University es una de las universidades más prestigiosas del planeta. Revisar su historia y transcendencia es comprender la evolución de la humanidad. A lo largo de los siglos muchos profesores e intelectuales de renombre, han enseñado o se han formado en esta regia universidad, entre ellos: Isaac Newton–profesor Lucasiano de Matemáticas que revolucionó la física y las matemáticas con sus leyes del movimiento y la gravitación universal o Stephen Hawking–quién también ocupó la cátedra de matemáticas, famoso por su trabajo sobre los agujeros negros y la cosmología.

Para que tengamos una idea de los aportes que ha dado Cambridge a la humanidad desde su formación [1209] es inevitable nombrar a Charles Darwin y su desarrollo de su teoría de la evolución; Ludwig Wittgenstein-uno de los filósofos más importantes del siglo XX, quién enseñó filosofía del lenguaje; Alan Turing pionero de la computación moderna y cuyos conocimientos permitieron descifrar mensajes en clave de los nazis durante la II Guerra Mundial.

John Maynard Keynes es probablemente el economista más famoso salido de Cambridge. Fundador de la macroeconomía moderna y autor de The General Theory of Employment, Interest and Money, ideas que transformaron la política económica del siglo XX. Otros economistas de gran renombre: Joan Robinson, una de las figuras más importantes de la economía post-keynesiana que Contribuyó al desarrollo de la teoría del monopolio y la competencia imperfecta; Piero Sraffa, economista italiano que desarrolló críticas al marginalismo y fue clave en el renacimiento del pensamiento clásico; Alfred Marshall, uno de los fundadores de la economía neoclásica; Amartya Sen, ganador del Premio Nobel [1998], profesor conocido por su trabajo en desarrollo económico, pobreza y teoría del bienestar; James Meade–otro Nobel de Economía [1977] que trabajó la teoría del comercio internacional y políticas macroeconómicas o Ha-Joon Chang–más contemporáneo, conocido por sus críticas al libre mercado y sus aportes en economía del desarrollo.

A lo largo de su historia Cambridge ha producido más de 120 premios Nobel, más que cualquier otra institución del mundo, si se cuenta por afiliación académica. Otros antiguos alumnos y profesores son figuras monumentales como: James Clerk Maxwell, formulador de las leyes del electromagnetismo o Watson y Crick del Laboratorio Cavendish, cuna del descubrimiento de la estructura del ADN.

La Universidad de Cambridge: Historia, Estructura, Logros y Legado Intelectual

La Universidad de Cambridge fue fundada en 1209. Es una de las instituciones académicas más antiguas del mundo. Está situada en la ciudad del mismo nombre en Inglaterra, a una hora por tren desde Londres. Ha sido un faro del saber y la innovación durante más de ocho siglos. Su historia está profundamente entrelazada con el desarrollo del pensamiento occidental.

Cambridge nació como una escisión de la Universidad de Oxford, cuando un grupo de académicos huyó tras disputas con los habitantes locales. Desde sus humildes comienzos fue ganando reconocimiento como centro de excelencia en las artes liberales, la teología y, más tarde, las ciencias naturales. Durante la Edad Media se consolidó como una de las dos universidades principales de Inglaterra, junto con Oxford, con la que comparte una antigua y amistosa rivalidad conocida como Oxbridge.

La universidad está compuesta por 31 colleges (colegios), cada uno con su propia autonomía administrativa y estilo. Los estudiantes pertenecen tanto a un college como a una facultad o departamento académico. Los colleges ofrecen alojamiento, tutorías personalizadas y vida social, mientras que la enseñanza formal y la investigación se organizan a nivel de departamento […] El modelo de enseñanza en Cambridge es conocido por el sistema de “supervisiones”, sesiones de uno a tres estudiantes con un tutor especializado, que complementan las clases magistrales y seminarios. Este sistema fomenta el pensamiento crítico y el debate intelectual, y es una de las señas distintivas de la educación en Cambridge.

La universidad también ha influido en el pensamiento político, jurídico y social a través de académicos que han participado en la construcción de políticas públicas y organizaciones internacionales como Bertrand Russell y Francis Bacon.

Pero Cambridge no es sólo un centro de investigación. También es un lugar cargado de tradiciones y experiencias únicas. Una de las más conocidas es la regata anual de remo entre Oxford y Cambridge, que data de 1829. Otra es el May Ball, celebraciones formales con cenas, bailes y fuegos artificiales al final del año académico. Caminar por los jardines de Cambridge, sus catedrales, calles y facultades, es un reencuentro permanente con el pensamiento más ilustrado de la humanidad, en lo crítico, tenaz y también atrevido.

Entre las muchas anécdotas curiosas está la historia del estudiante que llevó un coche hasta el techo del Senate House como broma en 1958, demostrando tanto ingenio como osadía. En Cambridge también se aprende a ser irreverente y un ser observador desafiante, como la historia del propio Newton, que siendo estudiante formuló las teorías revolucionarias observando una manzana caer o contemplando el movimiento de las estrellas.

El acceso a Cambridge ha sido históricamente elitista, pero en las últimas décadas ha hecho esfuerzos por diversificar su estudiantado, con programas de acceso, becas y alianzas internacionales. La universidad también lidera proyectos globales en sostenibilidad, inteligencia artificial, salud pública y ética de la tecnología.

Una premonición: Venezuela

La Universidad de Cambridge es mucho más que un conjunto de edificios góticos y jardines perfectos. En Cambridge se respira libertad, pasión por el descubrimiento, amor por la diversidad, respeto por la verdad. Es una institución viva que respira historia pero que mira al futuro. Su impacto en el conocimiento humano, la cultura global y las vidas de millones de personas es incalculable. En palabras de Stephen Hawking, “Cambridge ha sido mi hogar por más de medio siglo. No hay lugar como este para pensar, para aprender y para soñar”.

Estando en Cambridge sentí la fuerza y el poder del saber. El carácter de las verdades descubiertas. Al entrar a la Biblioteca de la Universidad [construida desde el siglo XIV] y en medio de más de 9 millones de artículos, biblioteca madre de otro centenar que tiene Cambridge, me encuentro con una pequeña obra [El pequeño libro de la política] donde me aborda la frase: Be the change you want to see in the world: [Sé el cambio que quieres ver en el mundo]. No es delegar el cambio en otro, no es demandarlo o endosarlo; es ser uno mismo factor, elemento y representación de ese cambio. Y tuve una premonición como aire fresco que choca en mi cara, como rosa cuyos pétalos se desvanecen en el agua clara…

Respirando el más puro de los horizontes, vislumbro un sueño brilloso y sublime. En el cielo aparece una bandera de Venezuela ondeando sobre una carpa en el centro de la universidad. Nuestra tricolor rodeada de historia, cultura y libertad. Esa imagen puso en mi cabeza y en mi alma, una cascada de esperanza pero también de compromisos. Burke decía que el contrato social es entre vivos, muertos y los que están por nacer. Y eso sentí en mi pulso y en mi corazón. El deber renovado de luchar y seguir, por ser parte del cambio impostergable de Venezuela. La bandera correspondía a una pequeña venta de comida venezolana donde gentilmente sus dueños [de Valencia] nos ofrecieron degustar carne asada, arepas y papelón con limón. ¡Cómo no seguir comprometido con ese gentilicio!

Los venezolanos tenemos mucho tiempo sumergidos en una injusta crueldad, en una infinita oscuridad, que no espera más la muerte sino la luz. Luz que es vida y vida que es paz, armonía y libertad. Un derecho tan imbatible como la ley de gravedad. Luz que es justicia tan magnética e inagotable como un hueco profundo y generoso. Vi la patria grande, buena y noble como Darwin concibió la evolución natural del hombre: irreductible, adaptado, inteligente, bien formado. Vi 8 siglos de sabiduría y conocimiento que han convertido a Cambridge en un templo de inspiración a la humanidad, avergonzada por 8 siglos de retroceso, por tanta sangre derramada impunemente, salvajemente, en tierra de gracia.

Cada libro, cada letra, cada pared gótica, cada ventana húmeda y estrellada, cada puerta de roble con cerraduras oxidadas; cada pergamino, ensayo o mapa medieval depositado en sus bibliotecas, y cada jardín impecablemente alineado con sus pisos de piedras, me hablaban y me decían: Ustedes los venezolanos y la humanidad entera no pueden aceptar vivir así. Sean factor de cambio.

Aquel derroche de fortaleza y belleza, de conservadurismo y elegancia que enmarcan millones de capítulos, ideas y enciclopedias, libros y sabiduría que han sembrado todo un planeta de humanidad, paz, amor y revoluciones libertarias, están y se levantan, para impedir que perduren tiranías como la nuestra, por lo que la pasión de los individuos buenos debe sobreponerse y vencer la voluntad de los individuos malvados [Dixit Edmund Burke]. Y encendí una vela en la Iglesia de King’s College, elevando una promesa para Venezuela…

“Vivir Cambridge”.

Desde que crucé el puente de King’s College, sentí que estaba entrando en otro mundo. Las torres góticas, los pasillos silenciosos y los jardines meticulosamente cuidados transmiten siglos de historia. Los egresados de la Universidad de Cambridge expresan que no es sólo una experiencia académica: es sumergirse en una tradición viva que ha dado forma al pensamiento occidental.

Me gustaron mucho Jesus College y Trinity College. Jesus College fundada en 1496, sobre el sitio de un convento de monjas benedictinas y Trinity College fundada en 1546, por Enrique VIII, combinando dos colegios anteriores (Michael house y King’s Hall). De su seno han surgido personalidades destacadas como Isaac Newton; Lord Byron [poeta romántico inglés]; Niels Bohr [físico danés]; Bertrand Russell, filósofo y matemático [uno de mis filósofos favoritos, pacifista activo durante la I guerra mundial, pionero en la defensa de los DDHH como causa estructural de la esencia humana, premio Nobel/1950 por su Humanitarismo idealista y la educación libre como aporte fundamental de la lógica existencial. También son famosos King ‘s College, St John’ s College, Saint Andrew y Pembroke College.

Lo más abrumador son los gigantes que estudiaron en Cambridge. Imaginar como Newton formuló sus teorías de la gravedad, Darwin y sus observaciones sobre la naturaleza o John Maynard Keynes y su “Teoría general” (1936) que cambió completamente cómo entendemos las políticas públicas. En los libros de estos gigantes de Cambridge no aparecen nuestras variables salvajes y» revolucionarias», pero sí nos aportan claras ideas como domesticarlas, como hacerlas ingrávidas y resistentes a la maldad.

La evolución del hombre bueno es desgravitar el poder anárquico, mutar hacia el desarrollo democrático, recuperar el sentido de las políticas públicas y el prístino poder tuitivo del estado, reivindicando la vida, como derecho fundamental, la justicia como factor de equidad, la libertad como puente [Bridge] de alegría y la paz como la virtud de ser feliz. Ese ejercicio comporta saber distinguir entre buenos y malos líderes, que es elegir entre buenos o malos pensadores.

Visitar Cambridge, me dejó una poderosa reflexión: somos mínimos frente a la inmensidad del conocimiento. Sólo trasladarnos en el tiempo a las experiencias, investigaciones, cálculos y discusiones infatigables sobre hechos históricos, naturales, físicos, económicos, filosóficos o biológicos, nos abruma y nos obliga. Es como ver un bosque en el cielo que estalla con la brisa incontenible del saber y cae sobre la misma tierra convertido en árboles, planicies y naranjales fértiles.

Sobre esa visión humanitaria y luminosa, nada ni nadie puede cerrarle los ojos a Venezuela. Y al decir de Hawking, esa luz es la que nos lleva a mirar las estrellas y no los pies…que es como se aprende a cuestionar, a crear, a maravillar…que es como se aprenderemos a ser libres. Eso sentí y visualicé en una de las cunas del saber de la humanidad.

 

Orlando Viera-Blanco

@ovierablanco

vierablanco@gmail.com

 

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