Aquellas rotativas que invariablemente los 365 días del año se encendían para hacer su trabajo ahora están apagadas, a oscuras. Ni la que estaba en el edificio de Puente Nuevo a Puerto Escondido ni la moderna que se instaló en Los Cortijos. Pero curiosamente El Nacional sigue vivo, tanto que hoy celebra 79 años de historia.
Más de uno dirá que no hay nada que celebrar. Sin embargo, es todo lo contrario. No es poca cosa lo que ha resistido el periódico en los últimos años de esta era chavista. Lo que comenzó Hugo Chávez, de tratar de aniquilar el periodismo independiente, fue una tarea que heredó su sucesor y sus adláteres y a la que se han dedicado incansablemente.
Fue su querido capitán, el de los “ojos bonitos” como Chávez lo describía, el que terminó dando el zarpazo escudado en un proceso judicial sin pies ni cabeza. El Nacional no puede ser culpado ni señalado por reproducir información que ha sido obtenida por medios en otros países, pero por más ilógico que suene, esa fue la excusa que consiguió el primer vicepresidente del PSUV para tratar de poner de rodillas al periódico más importante de Venezuela.
¿Lo logró? ¡Claro que no! El Nacional sigue vivo aun cuando la rotativa dejó de imprimirlo en 2018. El diario pasó al formato digital con la misma fuerza con la que todos los días estaba en los kioscos, con el empeño de descubrir la verdad para todos sus lectores; con econ la meta de convertirse en un vehículo responsable para la libertad de expresión.
Pero la justicia chavista trató otra estocada, porque como un gigante El Nacional se resistió a aquel primer obstáculo, la falta de papel y de demás materiales. Una sentencia amañada nos arrebató la sede, pero en aquella oportunidad también lo advertimos, el periódico no es un edificio, y quien así lo haya creído no sabe lo que significa un espíritu de grupo unido por un objetivo común, el de seguir con la tarea que se impuso desde que el 3 de agosto de 1943 salió el primer tiraje. El diario son sus periodistas y su personal, y prueba de ello es que seguimos en la web a pesar de este golpe. Ahora el edificio de Los Cortijos se convirtió en una “universidad” de un solo pensamiento que no enseñará a las nuevas generaciones de comunicadores (si es que los hay allí inscritos) ni la cuarta parte de lo que ha enseñado El Nacional en 79 años.
Luego vino el que seguramente consideraron que era el golpe de gracia, el bloqueo de la página web, para el que se han prestado empresas transnacionales de telecomunicaciones. Pero aquí seguimos, todos los días nuestros reporteros y sus equipos directivos están en las computadoras haciendo lo que mejor saben hacer, buscar información, contar historias, decir la verdad. Y ese empeño que nos ha animado por casi 80 años no se apagará porque nos alienta la idea de contribuir con la reinstauración de la democracia en Venezuela.
Como en los mejores tiempos, cuando el periódico alimentaba los hogares, las industrias, las empresas, las oficinas públicas, los hospitales, las universidades y los liceos, así seguimos y así volveremos a estar en las manos de cada uno de los venezolanos. Nos inspira lo mismo que a miles de ciudadanos que no se dan por vencidos aunque las adversidades cada vez sean mayores. A ellos nos debemos y continuaremos acompañándolos.
Como completaba nuestra mancheta en días de aniversario, una tradición que instauró Miguel Otero Silva con palabras del poeta español Antonio Machado que describen perfectamente nuestro empeño: “Caminante, no hay camino”.
Editorial de El Nacional