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¿Y ahora qué?

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¿Y ahora qué?

 

El régimen de Nicolás Maduro busca ganar tiempo para permanecer sentado en la silla presidencial de Venezuela. La contundente derrota producida por la alta abstención de los votantes (68%) en el simulacro electoral el pasado 20 de mayo lo dejó con muy poco capital político para seguir rigiendo los destinos del país, y lo limitó para resolver la crisis de gobernabilidad democrática, que ya lleva cuatro años.

 

 

 

Lo primero que Maduro hace es una purga (represión) en las Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para asegurar el vínculo que permite sostenerlo en el poder. En medio de este contexto, [Nicolás Maduro] solicitó a la FANB que firme una declaración de “lealtad”, cuatro días después del simulacro electoral. Y en el acto de Fuerte Tiuna, sede del Ministerio de la Defensa, ante el general en jefe Vladimir Padrino López, Maduro gritó: «Exijo máxima lealtad». Con lo cual demostró que carece de la confianza de la FANB, a pesar de que su gabinete es el más militarista desde la llegada de Hugo Chávez a la presidencia –que dio origen a la militarización de los poderes públicos después de 40 años de gobiernos civiles, ocupando altos cargos en la administración.

 

 

 

Maduro y sus asesores cubanos saben que el pueblo se rebeló el 20 de mayo al boicotear el simulacro de elección. Las amenazas de la dirigencia “madurista” y de las bandas paramilitares del oficialismo no lograron amedrentar a más de 10 millones de venezolanos con el carnet de la patria para que votaran. Representan el 50% del total de electores. Son una parte fundamental del apoyo popular con el que cuenta el régimen. Ese día mostraron otra emoción. La rabia de un pueblo que está cansado de vivir sin tener el derecho a la alimentación, la salud, la vida, la libertad, la seguridad personal, sí produce la salida de Maduro. Sobretodo, si está acompañado del descontento militar que sabe lo que sucedió el 20 de mayo. El pueblo le dio la espalda a Maduro. Por lo que el régimen tiene que someter toda disidencia, por pequeña que sea, en la FANB, porque la unión del pueblo con los soldados, columna fundamental del chavismo, podría sacar a Maduro de la presidencia.

 

 

 

En el ámbito internacional, Maduro busca detener las sanciones. Por lo que entrega el rehén Joshua Holt al presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos. Las sanciones lo tienen boqueando. El sistema financiero estadounidense está cerrado para su administración. El pasado martes, Maduro denunció que el sistema de compensación y liquidación “Euroclear tiene secuestrado 1.400 millones de dólares”. Lo que no dijo es que los fondos líquidos, de ese monto, están bloqueados por la falta de certificación sobre el origen de los mismos, y los papeles están por las sanciones financieras estadounidense que le prohíben usar la emisión de bonos para financiarse.

 

 

 

Maduro vive una situación desesperada, porque las divisas en efectivo que permiten aceitar la corrupción se desploman por la caída de la producción de petróleo, las sanciones financiera y la toma de activos de Pdvsa. Lo que aumenta la presión sobre el régimen y sus aliados para su salida.

 

 

 

Sin embargo, muestra públicamente disposición al diálogo, a la tolerancia, convocando a un “gran diálogo nacional”. Recurre al mismo libreto de 2014, 2016 y 2017 que le permitió navegar la salida del ejecutivo. El operador internacional para este fin es el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero. Dos días después del simulacro, se entrevistó con el papa Francisco, para invitarlo a mediar ante la oposición y la comunidad internacional. El otro operador en Estados Unidos es el Grupo de Boston liderado por Caleb McCarry, alto funcionario de la Comisión de Relaciones Exteriores de del Senado de Estados Unidos.

 

 

 

Mientras tanto, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) busca un referente para cobrar la victoria del 20 de mayo. No la siente suya. Ante el triunfo inesperado decide hacer un análisis de debilidades y fortalezas para redefinir su estructura. El Frente Amplio Venezuela Libre pasa a un segundo plano, porque los partidos y líderes de la MUD en Venezuela lo ven como una amenaza para su liderazgo. Regresa Ramón Guillermo Aveledo para dirigir la nueva etapa de la MUD. Será la MUD del diálogo nacional. Ya Maduro lo dijo, pasado el ciclo electoral lo que viene es “mejorar el clima de paz, la recuperación sostenida de la economía”. Aveledo tiene experiencia en este terreno de juego. Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para América Latina, cuando fue interpelada por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado en mayo 2014 declaró que voceros de la MUD, léase Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la MUD para la fecha, le solicitaban que la administración de Obama no sancionara a funcionarios, ni actuara contra el régimen, porque dificultaba el diálogo convocado por Maduro.

 

 

 

Maduro para salir del aislamiento y la presión internacional dejará en libertad a Leopoldo López y otros dirigentes políticos presos, con la excepción de Daniel Ceballos, buscando anular las acciones de los líderes de la oposición en el exilio, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela en el exterior, y la fiscal Luisa Ortega Díaz.

 

 

 

Por ahora, Maduro seguirá comprando tiempo para consolidar su régimen –lleva dos años haciéndolo– y la MUD continuará sin cobrar las victorias, desperdiciando su capital político.

 

 

 

Cada vez que lo tiene a tiro, sale un político y lo salva; el año pasado fue Henry Ramos Allup –“regalarle espacios al chavismo”–, ahora parece que serán Aveledo y López. Hasta que el pueblo les pase por encima.

 

 

Antonio de la Cruz

@iatrends

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