¿Por qué el ser humano emigra? Las razones pueden ser múltiples y variadas, pero fundamentalmente uno emigra porque en su país de origen se está viviendo una situación económica precaria, porque el poder adquisitivo del signo monetario local, debido a un elevado índice de inflación, es insuficiente para satisfacer las necesidades mínimas e indispensables para sobrevivir e impide una economía de ahorro, base y fundamento para progresar; a veces uno emigra porque hay un exceso de densidad demográfica, porque no hay trabajo, porque hay una situación política completamente inestable. Uno emigra porque no hay libertad y no hay garantías ni respeto para los derechos humanos, en fin, uno emigra por una serie de motivos que impiden, económicamente o políticamente, un futuro promisor. Desde siempre la emigración de masas ha representado una constante en la historia del trabajo internacional, desde la época prehistórica cuando los movimientos eran supeditados a motivos de subsistencia por razones climáticas -basta pensar a la era glacial- para llegar al flujo migratorio de la época contemporánea y moderna.
El que nunca ha dejado su tierra por otros lares, empujado por las circunstancias y necesidades de la vida, difícilmente podrá apreciar el justo valor de lo que deja y de los sacrificios que tiene que enfrentar. Y así, el ansia del regreso, compañera presente y fiel en el corazón del “emigrante”, se alternará siempre con la nostalgia por los lugares y los seres queridos que ha dejado y con ese espíritu lleno de contradicciones enfrenta ese mundo nuevo y desconocido. Y así poco a poco en esa maravillosa fragua humana, obra cumbre de Dios que es la mente, se entrelazan los recuerdos imperecederos con la realidad del momento, llevando al emigrante a vivir en un mundo utópico hecho de una mezcla entre fantasía y realidad.
Pues bien, he querido hacer ese breve preámbulo sobre el tema de la emigración para que tomen conciencia de uno de los dramas -a mi manera de ver uno de los más graves- que está viviendo esta Venezuela revolucionaria. Probablemente es un tema al cual no le hemos prestado la atención debida o lo hemos subestimado,
preocupados como estamos con los miles y gravísimos problemas que estamos confrontando diariamente, como la enorme falta de seguridad, la escasez casi total de todos los artículos de primera necesidad, la carencia de medicinas, de repuestos para vehículos, la falta de trabajo y la total incapacidad del gobierno, a pesar de los enormes recursos que tiene este país, para resolver esos problemas. Ahora bien, frente a esa tragedia que estamos viviendo y que desde hace 17 años se viene agravando día tras día, últimamente estamos viviendo ¡el drama de la emigración! Se han ido del país más de dos millones de venezolanos y lo más grave es que son más de dos millones de jovenes, más de dos millones de profesionales, más de dos millones de ciudadanos que representan un capital inmenso, un recurso inestimabile para Venezuela, mucho más valioso que todo el petróleo del mundo. Es un éxodo que se está convirtiendo en una auténtica tragedia cuyas inconmensurables consecuencias negativas las viviremos en un futuro muy cercano y que Venezuela, un país al cual el buen Dios le ha dado de todo, no estaba acostumbrado a vivir. Por eso y, gracias a esta seudo revolución bolivariana, Venezuela se ha tristemente convertido en un país de ¡emigrantes!
Desde Italia
p.montanaritigri@fastwebnet.it
