Venezuela agoniza
agosto 17, 2016 5:40 am

 

Tiene razón la revista TIME al dedicar la portada de una de sus últimas ediciones a mostrar imágenes de este país moribundo, agonizante, en medio de una pobreza a la que no estamos acostumbrados. Por eso cuesta tanto a algunos, entender la verdadera naturaleza del problema. Se trata de un drama verdaderamente existencial. Nos jugamos principios, valores y convicciones con los cuales hemos sido formados y a los que debemos lealtad por encima de cualquier cálculo oportunista o logrero.

 

 

 

A estas alturas del proceso estoy llegando a la conclusión de que en esta Venezuela no cabemos todos en igualdad de condiciones. Esto sería cierto incluso en el caso de que hubiese un ordenamiento jurídico sabio y estable, de correcta aplicación por los encargados de ejecutarlo y administrar justicia. El problema es de mucho más fondo. Trasciende lo estrictamente ideológico y toca debilidades humanas exacerbadas por el uso y el abuso del poder político y económico. Ante ello hay quienes son víctimas de una especie de resignación pesimista. Se sienten incapaces de enfrentar la dictadura o tiranía gubernamental al añadir dudas sobre la real posibilidad de derrotarlo y sustituirlo.

 

 

Esa resignación pesimista sólo puede superarse con la presencia activa y decidida del liderazgo democrático. Tiene que ponerse a la cabeza de la lucha y ser la voz y el músculo de todos los sectores de la vida civil. Más allá de lo estrictamente político electoral, la ausencia es impresionante. La lucha por el revocatorio ha sido útil e importante, pero no suficiente, especialmente por la incertidumbre sembrada por el régimen en cuanto a la posibilidad de realizarlo este año.

 

 

Se trata de la confrontación final entre la dictadura y la democracia. Entre la inmensa mayoría de la nación que aspira vivir en libertad y la tiranía que tiene que apelar a la violencia física e institucional para mantenerse en el poder “como sea”. No se trata de infantilismos radicaloides, como algunos de manera cómoda y cobardona pretenden hacer ver. En este caso ser radical es ir a la raíz de los problemas y no agotarse diagnosticando las consecuencias, sin ni siquiera buscarles solución temporal.

 

 

Combato a este régimen porque ha empobrecido, material y moralmente, a millones de compatriotas arrinconados en una miseria inaceptable. Todo gracias a la acción de una cúpula cívico-militar que no se puede tolerar por más tiempo. Han distorsionado totalmente nuestra historia con la pretensión de arrasar con la cultura existente. Está en manos nuestras impedirlo.

 

 

Este país tiene con qué hacerlo y también cómo hacerlo. Hay civiles y militares para todos los gustos. Cada día me convenzo más de que quienes están dispuestos a darlo todo por la libertad y la democracia son la inmensa mayoría. Están esperando, repito, por la dirección política adecuada.

 

 

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