Ella nació en Koaice, Eslovaquia, de donde la garra sanguinaria del nazismo la arrancó cuando apenas tenía 11 años. Conozco su historia, la historia de una niña judía contada desde su corazón, sus lágrimas, su miedo y su dolor…

Por sus relatos mi imaginación construyó escenarios, dio sonido a voces y llantos; conocí la cara espantosa de la soledad y el pánico. Sus relatos me hablaron del milagro que se produce cuando la casualidad, la fortuna o quién sabe qué permite que un niña pequeña, abatida, marcada, atormentada, remonte el horror, la parálisis que causa el terror y decida vivir.

Y ese camino lo emprendió ella, su hermano y su madre, únicos sobrevivientes de una familia cuya culpa a los ojos de Hitler y sus monstruos fue ser judía… Culpa por la que se les condenó como a otros 6 millones a sufrir lo indecible en campos donde la muerte llegó a ser una liberación. Así la pequeña Gertrude conoció Auschwitz-Birkenau, así entró al infierno un ángel que como millones de niños judíos vio su bracito marcado con el número que sustituyó a su nombre. Allí también se forjo su carácter, su temple. De eso habló en infinidad de momentos porque bien sabía que muchos intereses oscuros buscarían negar el crimen contra el pueblo judío.

Auschwitz-Birkenau fue liberado por el ejército rojo el 27-1 de 1945. Cerca de 7.600 prisioneros quedaban aún en ese lugar de muerte y sufrimientos, entre ellos nuestra Trudy, que había sobrevivido para contarlo, para no dejar morir la memoria. Nuestra Trudy, volvió a la vida ese día y nos mostró con hechos que nada es más contundente que responder al odio con decisión de vivir.

Gertrude Mangel de Spira nuestra Trudy murió este pasado 27 de enero, en el 69 aniversario del Día Internacional del Recordatorio en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Ese día lo consideraba su segundo cumpleaños ya que retomó ilusiones y asumió la tarea magnífica de demostrarnos que la vida y el bien siempre derrotarán a la muerte y al mal

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Por Eleonora Bruzual