Tiempos de cambio

Tiempos de cambio

 

Maduro-Roig ¿diálogo imposible?

 

Hay momentos en los cuales las circunstancias obligan, ordenan, mandan, marcan la pauta. Hay que saber leerlas, entenderlas, y asumir que no se les puede ignorar, porque el costo terminaría siendo muy elevado.

 

Ese es el caso venezolano. La actual situación del país, marcada por severas dificultades económicas, no obliga a otra cosa que a buscar el mayor entendimiento posible para hacerle frente con éxito. Desde hace bastante tiempo un grupo de venezolanos, desde distintas perspectivas políticas y ocupaciones, hemos venido insistiendo en que el diálogo es el camino, y que el gobierno debe tomar la iniciativa nuevamente.

Las circunstancias indican que tenemos un escenario económico complejo, que tiende a agravarse, que podemos ir a escenarios aún más complicados. Y lo peor es que no termina de aparecer una ruta, una estrategia económica que, más que agradar a los inversionistas, a los mercados internacionales, le brinde a la población la certeza de que estamos en el camino de la corrección de los desequilibrios que nos mantienen en medio de una inflación que mete cada vez más miedo, un desabastecimiento que no da señales de mejorar y una intensificación del llamado bachaqueo. Y las colas nada que ceden.

 

Sinceramente no creo que la solución a los problemas sea una intensificación de la confrontación entre el gobierno y el sector privado. No estamos para batallas épicas, para escenarios de tensión, de medición de fuerzas sino para encontrar alternativas que impidan el colapso de la economía.

 

El día que dio su mensaje anual ante la Asamblea Nacional, el presidente Nicolás Maduro encomendó a Miguel Pérez Abad, presidente de Fedeindustria, la tarea de reunirse con el sector productivo y sus gremios, con Fedecámaras y con economistas de pensamiento diverso para recoger ideas y propuestas. No hemos tenido noticias de los resultados de esas consultas y si el primer mandatario ya tiene en sus manos algunas propuestas derivadas de esa responsabilidad asignada a Pérez Abad. Esa era una buena vía, pero una de mayor efectividad es que el presidente y los representantes del sector privado se reúnan, tengan una encerrona tan larga e intensiva como el tamaño de las diferencias que los separan.

 

Un camino en la dirección opuesta va a traducirse en mayores penurias para la población, en más retórica y menos productos de primera necesidad a la disposición de los consumidores de todos los sectores sociales. En cambio, si  se produjera ese encuentro estoy seguro de que se limarían importantes diferencias y se llegaría a fórmulas que permitan resolver los nudos que entorpecen la marcha de la economía.

 

Si se buscó la vía diplomática para aliviar las tensiones con el gobierno de los Estados Unidos, si Maduro y Obama se reunieron por varios minutos e incluso ya se avizora la designación definitiva de embajadores, no entendemos por qué no puede haber espacios para el diálogo con el sector privado nacional.

 

Si Venezuela y España no permitieron que la sangre llegara al río y van camino a la normalización de las relaciones, no hay argumentos de peso para alegar que ello no es posible hacerlo con el empresariado, y particularmente con Jorge Roig, un líder empresarial con criterio político, a quien conozco desde La Causa R. Allí tuvimos diferencias y cada quien tomaría su camino,  él con el sector de Andrés Velásquez y nosotros en tienda aparte con el PPT.

 

Estoy convencido de que si Maduro y Roig se reunieran, a solas o con sus respectivos equipos, algo positivo para el país saldría de ese encuentro. No se trata de que el uno convenza al otro, es de llegar a acuerdos que se traduzcan en beneficios para todos. No se trata de que gobierne Fedecámaras, pero obviamente tampoco que desaparezca o sea un cero a la izquierda. Ningún gobierno  pierde si promueve el diálogo para buscar soluciones. Todo lo contrario.

 

Sabemos que el hecho de que estemos en un año electoral conspira contra las posibilidades de diálogo efectivo entre el gobierno y los sectores productivos. No obstante, insistimos. No es para que se tomen la foto y aparenten una falsa armonía. Es para que cada quien diga sus verdades y escuche con respeto, atención y apertura las del otro. Y a partir de allí abordar una agenda concreta. ¿Para qué tomar una vía más complicada?

 

Vladimir Villegas

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