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Testimonios de lucha, esperanza y perdón

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Testimonios de lucha, esperanza y perdón

Diplomado de Teoría Política y Gestión Pública en Santiago de Chile. Jóvenes de toda Latinoamérica se presentan: nombre, país y organización a la que pertenecen. Me identifico y después, se presentan tres integrantes del Movimiento Cristiano Liberación (MCL) de Cuba: Regis Iglesias, vocero del MCL, exiliado en Madrid después de sobrevivir siete años de prisión, y dos jóvenes de quienes me reservo los nombres por razones obvias. Así comenzó una semana de intensa reflexión. En estas líneas compartiré tres ideas que considero vitales para nosotros: Sentido de la lucha, cultivo de la esperanza y disposición al perdón.

 

Algunas veces me he preguntado por qué lucho. Cuál es el sentido. Por qué quedarse. Al compartir estas interrogantes con los miembros del MCL, uno de ellos dijo: “Cuba es un estadio a oscuras. Cada cubano tiene un fósforo y sabe que, al encenderlo, vencerá por segundos la penumbra y corre el riesgo de quemarse. Nosotros prendemos ese fósforo todos los días – a sabiendas de que el régimen nos puede apagar como lo hizo con Oswaldo Payá- con la esperanza de que un día contagiemos a todos y logremos liberarnos del comunismo”. Luego agregó, “yo lucho porque es lo que tengo que hacer; a eso estoy llamado. También entiendo a los que se tienen que ir. Cuba no es un lugar para vivir y cada cubano que sale de la isla es testimonio vivo de un sistema fracasado e inhumano”.

 

Otro tema recurrente fue la parálisis en la sociedad. Les comenté cómo el miedo nos ha hecho cómplices del régimen. Les hablé de nuestra lucha en el ámbito educativo; de cómo personas buenas se refugian en el silencio y adormecen su conciencia para protegerse dejando a un lado el sentido de bien común. Al escucharme sus miradas decían “esta película yo ya la vi” y, en algún momento agregaron: “este tipo de régimen te reduce a la supervivencia. Cuba es un desastre porque nadie pinta la casa antes de mudarse. Nuestra lucha es pasar de la espera a la esperanza y eso se logra dando testimonio de lucha y entrega. Esa es nuestra labor: mantenernos firmes en la esperanza. De esto salimos, Cuba será libre”.

 

Al escucharlos pensaba en nuestro mañana. Debemos preparar el espíritu para el perdón. Reconstruir al país pasa por reflexionar sobre el mal superado. En un futuro podremos decir “nunca más” si, en este camino de liberación, llenamos de sentido al acto de resistir. Me impresionó escuchar: “Nuestra lucha es por nosotros y por ellos, por todos los cubanos”. Y es que la reconciliación será producto natural de la liberación si tomamos conciencia de la naturaleza trascendente de los bienes que deseamos alcanzar. Queremos justicia, progreso y paz para todos los venezolanos; y en esa aspiración nadie sobra. En ese momento, cuando tomamos conciencia del alcance de nuestros propósitos, la división ellos y nosotros se borra. Esa separación artificial, que es una invención injusta del régimen, se agota cuando le imprimimos amor y entrega a nuestra pelea.

 

Después de conocer a quienes ahora considero hermanos de lucha, regresé a Venezuela convencida de la importancia de la labor de FORMA (www.forma.org.ve). Estamos haciendo lo que tenemos que hacer. En FORMA encendemos nuestro fósforo todos los días con el propósito de iluminar esta boca de lobo en la que se ha convertido nuestro país. Estamos contribuyendo con la liberación de todos los venezolanos; sin exclusión. Nuestros seminarios de formación política son una invitación responsable al encendido conciente del fósforo que guarda cada joven político que ama y lucha por esta tierra. Señores, estamos pintando la casa porque de aquí no nos vamos.

 

A mis amigos del MCL les digo que confío en que pronto se hará realidad el sueño de Regis: más temprano que tarde celebraremos en la Habana y en Caracas el fin de la pesadilla castrocomunista. El trabajo constante y liderazgos rectos inspirados en el recuerdo de hombres virtuosos como Oswaldo Payá golpearán las bases de este régimen inmoral y, más temprano que tarde, Cuba y Venezuela serán libres y, mientras eso sucede, la lucha nos habrá hecho mejores.

 

Por Paola Bautista Aleman

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