Pueblo lleno de odio y hambriento, no tiene cabeza para ir contra sus verdugos
Esta semana, como las que la han precedido durante estos más de tres lustros colorados, las noticias más truculentas, más aterradoras, más desesperanzadoras nos sacuden, nos hunden, nos liquidan las ganas de soñar, de luchar…
A Leopoldo López un binomio tragicómico formado por una juez accidental y una seudo lingüista se pone de acuerdo y lo dejan en chirona que es en resumen donde lo quiere la banda… Alguien le toma unas fotos tras las rejas y esto es causal de castigo para el prisionero de conciencia al que dejan sin visitas esta semana…
Un especimen colorado de nombre Carlos Franklin, que ostenta el mote de «viceministro de Alimentación» declara que «el pueblo hace colas para cuidar los alimentos» y las hace «soberanamente», y cuando creo que nada puede superar semejante chorrada, aparece Óscar Schemel cuyo slogan empresarial es: «Inteligencia para decidir» y suelta ésta: «las colas no son por hambre, son de personas con plata buscando productos qué comprar».
En medio de todo nos enteramos de la salida de Luis Chataing de Televen y frente a esto lo único que resta es precisar qué choro chavista pagó el precio que exigía Camero. Quizá nos enteremos, pero eso simplemente corroborará que esta peste roja va a por todos los medios y realmente mucha resistencia no encuentra.
Y como no perdemos la esperanza de que haya un sacudón en la MUD y que aparezcan sus cómodos voceros, enardecidos exigiendo libertad de los presos políticos, denunciando torturas, vejámenes y maldad contra los jóvenes resistentes, en esa espera, el que aparece es Capriles, declarando que «una cosa era Chávez y otra ese que está ahí» y olvida que fue Chávez el que nos dejó esa joyita… y también el que entregó el país a los cubanos castrocomunistas, llenó de iraníes, de rusos, de chinos nuestra tierra, nos hermanó al terrorismo y copió la receta aquella que asegura que pueblo lleno de odio y hambriento, no tiene cabeza para ir contra sus verdugos.
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