Ser o no ser, hacer o no hacer, razón o pasión, actuar o esperar? Estos días ante las locuras cotidianas de un gobierno poco corriente en el que la palabra «Constitución» parece ser solo un formulismo de la «democracia burguesa» como han insinuado varios voceros gubernamentales, muchos están en la diatriba (nada novedosa por cierto) de si lo mejor a estas alturas es, como decían las abuelas, «ponerse de una vez colorados» y manifestar con toda la fuerza que la legalidad permite o pasar agachados y esperar que «sucedan los acontecimientos», sobre todo con los antecedentes poco positivos para la oposición de «tiros por la culata» que han resultado muy negativos en la lucha por una verdadera democracia.
Y es que la verdad son tantas las arbitrariedades, tan seguidas, con desparpajo y falta de rubor que la frase: «hasta cuándo», dicha con mucha indignación salta en el pensamiento y verbo de quienes desean un mejor país. No es fácil «hacerte el bolsa» y dejar que jueguen con la dignidad de tu gentilicio y quedarte como si nada o con un reclamo falto de carácter tipo: «eso no se hace, muchachos. Eso no está bien». Es muy cuesta arriba «aguantar callado» cuando sientes que las decisiones trascendentes para el futuro las están tomando fuera del país por los jerarcas de un régimen vetusto y opresor.
Ante esta realidad, ¿cuál es el deber ser de un líder, quedarse callado o ponerse al frente de la protesta? Pero, por otra parte, surge la duda ¿no será eso mismo lo que está esperando el gobierno? ¿No estaremos ante la presencia de un nuevo peine? ¿No será preferible aguardar a que esta cosa rara que tenemos actualmente como gobierno se le enrolle el yoyo?
No es fácil decir qué es lo mejor, lo más conveniente cuando estamos en presencia de algo tan serio como la soberanía, la necesidad de una «fe de vida» y la capacidad del jefe del Estado para la toma de decisiones y la aprobación de decretos. Un verdadero líder ¿No debería ponerse al frente?
Al momento de escribir este artículo la Mesa de la Unidad Democrática define si cambian la fecha o la ruta de la marcha del 23 de enero, si lo aprueban, seguro que muchos se molestarán argumentando que ¡hasta cuándo la alternativa democrática va a ceder los espacios!, pero por otra parte, si ese día el oficialismo despliega su aparato político y se genera violencia ¿quiénes tienen las de perder?
Hay una parte del país que está reclamando al liderazgo una mayor contundencia, pero hay otra parte que le interesa muy poco esta temática complicadísima déficit legal y democrático. ¿Pasión o razón? ¿Deber ser o estrategia política? ¿Defensa de principios ante todo o consecución de objetivos en su debido momento? No corren tiempos fáciles para nadie y menos para el liderazgo político.
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FUente: EU