Escribo sacudida por circunstancias muy disimiles, unas maravillosamente esperanzadoras y otras absolutamente dolorosas y enervantes. Circunstancias que no sólo me sacuden a mí, que sacuden a todo un país y parecen haber acabado con una calma chicha que corroía el espíritu y permitía a unos vándalos imaginar que realmente habían llegado para quedarse.

Han sido 15 años largos, larguísimos, donde frente a nuestros ojos una banda de militares golpistas, ambiciosos e insaciables se ha unido a corruptos y resentidos civiles y juntos han montado una farsa letal cuyas consecuencias y tragedia conocemos. 15 años donde hemos visto la ruindad de muchos y también los sacrificios de otros. 15 años de groserías, de destrucción de un país, de entrega a una tiranía extranjera. 15 años donde errores, chantajes y sobornos lograron crear no sólo una cúpula gobernante sino también una «Oposición» gobiernera…

Y todo parecía que iba a seguir así, tanto que hasta la muerte del hacedor de odios concluyó en un pase del bastón de mando a una cosa gris, torpe, dependiente al que esa «Oposición» se enfrentó en unas elecciones que movilizaron a millones de hartos que aún a sabiendas del ventajismo, del fraude, de la trácala, salimos a votar dispuestos además a defender el triunfo. Defensa que fue frenada no sabemos todavía por qué pero sí por quienes…

Son los que ahora cuando se percatan de que también en los tiempos de Dios cabe el hartazgo, aparecen prestándose a diálogos y pidiendo debates con quienes desde que irrumpieron aquél 1992 -año horrible- sabían muy bien que había que matar toda protesta, toda disidencia, toda independencia. Y el hartazgo ha llevado a miles de jóvenes a la calle, y a ellos se les han unido líderes que interpretan el sentir de esos muchachos que es el sentir de millones.

Qué fastidio me causan los comodines de esta neotiranía castrochavista, qué fastidio su irrespeto, su arrogancia, su amoralidad… ¡Qué fastidio!

ebruzual@gmail.com / @eleonorabruzual

Por Eleonora Bruzual