La semana pasada Freddy Bernal asistió a nuestro programa Vladimir a la 1, en Globovisión, y su participación generó gran polémica porque, palabras más, palabras menos, dijo que en los cuerpos policiales pueden aceptarse homosexuales siempre y cuando no pongan en evidencia sus apetencias sexuales y no usen zarcillos o camisas rosadas.
Sus opiniones provocaron una inmediata reacción de las organizaciones que defienden los derechos de la comunidad sexodiversa, las cuales le reprocharon el haber expresado puntos de vista que de alguna u otra forma fomentan la discriminación, lo cual entra en total contradicción con los postulados de nuestra carta magna, de la cual el propio Bernal es firmante.
En descarga de Bernal debo decir que seguramente ese tema tan espinoso, la posibilidad de que tengamos oficiales homosexuales en las filas de los cuerpos de seguridad, civiles o militares, no ha sido un punto de debate abierto o cerrado. Sencillamente, en medio de la grave problemática de inseguridad que vive Venezuela, los mandos policiales, incluido el propio Bernal, comisionado para la Reforma Policial, no han debido tener tiempo para abordar esta materia.
Más preocupa, por ejemplo, que la policía tenga los recursos necesarios para enfrentar un hampa cada vez mejor armada y más despiadada. Es secundario que los funcionarios lleven o no tatuajes, que se coloquen o no un zarcillo. No importa que lleven esos implementos o se tatúen la piel, mientras no sean matraqueros o se dediquen en sus tiempo libre a robar o a cometer otros delitos.
La existencia de prejuicios en torno al tema de los derechos de la población sexodiversa no involucra solamente a la policía. Sacerdotes, educadores, políticos, empresarios, militares, etc., todavía tienen reservas y posturas que pueden ser calificadas de conservadoras o atrasadas, según el punto de vista de cada quien. Es un aspecto que seguramente se discutirá con mayor libertad en la medida en que la sociedad vaya asumiendo con mayor naturalidad que la comunidad sexodiversa no debe ser discriminada o tratada como un “bicho raro”.
Bernal pagó la cuenta por haber repetido en televisión lo que mucha gente opina. Claro, se trata de un dirigente político que ocupa una responsabilidad de gran envergadura en nuestro país y que no puede permitirse algunas licencias. Lo ocurrido con las opiniones de Freddy bien vale para que se discuta sin prejuicios la agenda pendiente en materia de derechos que reivindica la comunidad sexodiversa.
El propio comisionado para la Reforma Policial ha dado un paso que pocos de quienes han emitido conceptos que puedan ser calificados como discriminatorios se atreverían a dar. En carta publicada en la página Aporrea.org, Bernal ofreció sus disculpas a la comunidad sexodiversa. “No fue mi intención menoscabar la integridad que merece cualquier compatriota independientemente de su orientación sexual”.
Luego dijo que “los antivalores que nos inculcaron deben ser superados” y agradeció a la comunidad sexodiversa “por enseñarme el reconocimiento y el respeto al prójimo, pues forma parte de la moral socialista de la que tanto nos hablaba Chávez”…
Todavía está muy lejos el día en que los cuerpos de seguridad admitan que sus integrantes homosexuales revelen públicamente sus inclinaciones, como ocurre en otras latitudes. Por ejemplo, en Estados Unidos, concretamente en la ciudad de San Francisco hay grupos de funcionarios policiales homosexuales, que están organizados y actúan sin más restricciones que las indicadas por la disciplina que deben acatar todos los miembros del cuerpo.
Lo que no puede estar muy lejos es el día en que nuestros cuerpos policiales recuperen o, mejor dicho, se ganen la confianza de la ciudadanía. Se deslastren de los funcionarios que ensucian el uniforme, estén integrados por hombres y mujeres debidamente preparados para su función, y que reciban como retribución por su aporte a la sociedad, además del reconocimiento, un trato digno en materia de condiciones de trabajo, vivienda y seguridad social.
Vladimir Villegas