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Pastando en el presupuesto

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Pastando en el presupuesto

El sábado pasado durante la clausura del primer taller para la «máxima eficiencia socialista», Nicolás Maduro dijo el nombre de cada una de las empresas que maneja el Gobierno. El ejercicio requirió más de media hora. Los gerentes se ponían de pie y recibían un sonoro aplauso, mientras que el Presidente, a fin de planificar con orden, les exigió que entreguen cuanto antes un papel con las metas de producción de este año. No importa que ya corra la segunda semana de febrero, nunca es tarde para estar enterado.

 

Claro, se entiende, las ocupaciones, no hubo tiempo para explicarle al país con cifras cuánto están produciendo esas empresas que pastan en el presupuesto, consumen divisas, soportan abultadas nóminas y todavía están en la transición hacia la economía potencia. Los balances son secretos revolucionarios.

 

Pero un informe elaborado por el Banco Central de Venezuela al cierre del tercer trimestre del año pasado permite aproximarse, con precisión, a la caída de oferta que deja la mano roja por donde pasa. Al contrastar el tercer trimestre de 2013 con el mismo lapso de 2012 la producción de la manufactura pública, en conjunto, registra un severo retroceso de 13,5% producto de caídas en la mayoría de las compañías que se desenvuelven en el área de metales, cemento, químicos y alimentos.

 

El sector de metales comunes se desploma 14,8% gracias al desmoronamiento de 70,2% en la producción de briquetadoras; de 17,3% en Sidor, 6,9% en Bauxilum (alúmina) y 5,9% en Alcasa.

 

 

Otro ejemplo. La producción de cemento, clave para la construcción, una de las áreas que más puestos de trabajo genera, registra un declive de 10,5%. Al observar los resultados por empresas destaca el desplome de 23,2% en la actividad de la Fábrica Nacional de Cemento (FNC), 14,5% en Cemex, de 4,7% en Cemento Andino y 2,3% en Holcim.

 

El diagnóstico no es nuevo, ya se hizo durante los años 70 y 80. Las empresas públicas no pueden mantenerse sanas en un entorno macroeconómico inestable de alta inflación, poco crecimiento, controles de precios, conflictos laborales, deficiencias de energía eléctrica y, en algunos casos, escasez de dólares para importar materia prima.

 

Otro elemento a tomar en cuenta es lo que analistas denominan restricción presupuestaria débil, es decir, cómo el Estado cubre las pérdidas por el ingreso que obtiene a través del cobro de impuestos y la renta petrolera, hay pocos incentivos para reducir costos, colocar precios que permitan rentabilidad y no aumentar velozmente el número de trabajadores.

 

Pero la administración de Nicolás Maduro pronto solucionará todo. El taller de la «máxima eficiencia socialista», el primero en quince años, marcará un antes y un después. ¿Usted lo duda?

 

@vsalmeron

Por Víctor Salmerón

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