El ministro clarividente, mata la protesta en julio, pero la gente les da la espalda…
Uno de mis sabios lectores, el señor Juan Francisco Hernández, cree que hemos perdido el orgullo de ser venezolanos. Caracas tuvo electricidad primero que Nueva York. Aquí ya habían logrado iluminar algunos sitios públicos en 1873, mientras que J.P. Morgan, se tuvo que esperar hasta el 80, para que su casa fuera la primera en tener energía en su ciudad. Fue aquí, en Venezuela, donde se creó un modelo exitoso llamado Fe y Alegría. Se exportó a innumerables países en los sesenta, cuando en el mundo nadie hablaba todavía de consciencia social. El señor Francisco tuvo la dicha de recibir clases de los propios creadores, de las que fueron las obras de ingeniería más avanzadas del mundo: El Guri, las Torres de Parque Central. Eran de hecho, las estructuras de concreto más altas de la época. Y resulta que en el siglo XXI no hay ni cemento ni cabilla. Veníamos a toda velocidad cabalgando en la prosperidad y nos estrellaron contra un muro de resentimientos y complejos, hoy poder.
El gobierno sacó una lista muy corta de conspiradores. Cada vez, son más los venezolanos quienes maquinan un codiciado y apetecido cambio. La diferencia es que no se intriga en clandestinidad, como lo quieren hacen ver los de turno. Militantes del PSUV y ciudadanos de barrios, han dicho de viva voz que están hastiados, descorazonados. El deseo de una mejor vida, jamás podría ser una conspiración. Aquí sólo ha conspirado, quien empujó a su propio pueblo a la bancarrota. Cómo no vamos a estar dentro de los peores países para invertir, si 4.300 industrias han desaparecido. Qué buenos han sido para lograr que estemos tan mal. Hay que ser chavista y corrupto para que te aprueben la medida humanitaria. Ya ni Correa se calla la boca y tampoco se quedaría sin cantarlo «El gran varón». El idilio no perdura al llegar la noche y Willie les advierte que serán buscados por sus malas mañas. El ministro clarividente, mata la protesta en julio, pero la gente les da la espalda, así como ellos arrollan y abofetean a nuestro más joven criterio. Forran la ciudad de vallas, que los ayuden a recuperar su conexión con los humildes. ¿Por qué usar la vieja campaña de su mentor? Maduro insiste desesperado en que él «es pueblo», en que no se ha desviado del camino del «Supremo». Sin estar en elecciones sienten, que las están perdiendo.
Carla Angola
@carlaangola
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