Ocupémonos del bullying
diciembre 7, 2015 6:11 am

Levante la mano quien de pequeño, en la escuela o en su entorno cotidiano, no sufrió el acoso de alguien que prevalido de su fortaleza, atacaba a quienes consideraba más débiles. En mi caso se trató de un muchacho pendenciero que golpeaba por igual a niños y niñas. Aquel joven parecía no sentir dolor ni remordimiento en hacer daño, por lo que, para él daba lo mismo, golpearte con la manos, con un palo, una piedra o cortarte con un cuchillo. Con el paso del tiempo he vuelto a verlo y su estado físico y anímico, me genera lastima en vez de rabia, infiero que la vida no ha sido benévola con él.

 

 

Muchas veces cometemos el error de creer que las agresiones contra los jóvenes solo provienen de sus compañeros, Los maestros y profesores también aportan su cuota parte en algunas ocasiones. Para continuar hablándoles del caso que mejor conozco: la maestra que me tocó desde primero a tercer grado, nos propinaba bofetadas y torceduras de orejas. Nos pasaba al pizarrón y allí nos golpeaba con el borrador y nos halaba el pelo; los castigos siempre concluían con nosotros hincados en el filo de unas chapas de refrescos y como usábamos pantalones cortos, ya ustedes se imaginarán el resultado.

 

 

Más adelante me topé con otro grotesco personaje: el maestro que nos instruía en educación física. Él nos castigaba colocándonos al sol, temperatura de 38 grados, con los brazos extendidos a la altura de los hombros y una piedra sostenida en cada mano. En un primer momento esto parece fácil, pero con el paso de los minutos comienza a dolerte el alma. Cuando llegábamos al punto de quiebre, el torturador nos proponía: «si quieren bajar los brazos, deben aguantar un reglazo en cada mano». Esta mejor opción era cobrada con una larga regla de madera en forma de «T» que nos dejaba hinchados brazos y manos.

 

 

La primera pregunta que debe surgir es ¿este es un relato de la edad media? Pues no, lo narrado ocurría en un caserío de Trujillo en la década de los 70. La siguiente inquietud sería, ¿dónde estaban los padres que permitían esto? Para aquella época ellos defendían una institución cuasi sagrada: la Escuela. Algo malo deberías estar haciendo para que te castigaran de esa forma, nos decían. Ante el temor de otra sanción, optábamos por guardar silencio ante el abuso.

 

 

En resumen, debemos estar atentos ante cualquier conducta anormal de nuestros hijos, ya que, el bullying puede manifestarse por diversas vías y los jóvenes indefensos solo cuentan con el apoyo moral y legal de sus padres o representantes para enfrentar las situaciones azarosas que se les presentan a temprana edad.

 

 

Coordinador Nacional de «Gente» Generación Independiente

 

Noel Alvarez

 

@alvareznv