El pasado domingo tuvimos un proceso electoral para elegir alcaldes y concejales. Proceso que en cualquier país democrático se desarrolla con sencillez, tranquilidad y sin que los ojos del mundo estén pendientes de él. Eso como digo, en un país democrático, pero Venezuela no lo es aunque no se entienda por qué hasta buena parte de la oposición política se preste a decir que no padecemos desde hace lustros una neotiranía…

Pues bajo esa realidad, las elecciones del 8D no sirvieron solo para escoger autoridades municipales, también como plebiscito que ese oficialismo vivaracho ha inclinado a favor de un personaje para muchos ilegítimo, un bravucón que hasta se niega a presentar su partida de nacimiento y así desmentir a tantos que le acusan de ni siquiera ser venezolano.

Ya se repite en diversos medios internacionales que el castrochavismo «Arrasó» y que Nicolás Maduro sale «Legitimado» de esta contienda. Como tantas veces, una mentira más que es obligante desnudar. La realidad es que los resultados son públicos y notorios y matan la «Verdad» de cualquier mentira mil veces repetida. La oposición logró el 54% de los votos que conforma los de la MUD y los de otras organizaciones independientes, mientras que el castromadurismo terminó sacando 46%.

Y seguro se preguntan por qué en el mismo párrafo hablo de castrochavismo y castromadurismo… ¡Simple! Resulta que a algún chulo cubano invasor se le ocurrió la genial idea de decretar el mismo domingo 8, día de la «Lealtad a Chávez», esto buscando revivir a un muerto, asentar un mito y jugar con la candidez de un núcleo poblacional numeroso. El chulo guapachoso seguro cobró por adelantado esa genialidad que les aseguraba «Chávez vive y el bonche sigue», pero no fue así…

Hasta en Barinas miles de chavistas le fueron desleales, porque con hambre no hay lealtad, y probaron, ellos y muchos en el resto del país que sí estaba muerto y no de parranda como aseguran los Castro y su carnal

ebruzual@gmail.com / @eleonorabruzual

http://www.gentiuno.com/

Por Eleonora Bruzual