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Ni el instinto de conservación

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Ni el instinto de conservación

 
Sin Censura

 

 

El presidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup señala que el gobierno de Nicolás Maduro se ha mantenido aferrado al poder hasta ahora gracias al «tsj y al alto mando militar».

 

 

Ya es un lugar común afirmar que el instinto natural, entre ellos el de conservación, existe en la vida y también en la política. Tratándose de los seres humanos, el instinto puede definirse como una conducta innata e inconsciente o como un impulso interior e irracional que provoca una determinada actitud. En este orden, resulta explicable, aunque jamás justificable, el sinfín de argucias de las que echa mano este régimen terminal para mantenerse en el ejercicio del poder aun a costa de la desgracia nacional. Para el régimen, no se trata de evaluar lo que al país como totalidad le significa su permanencia en el Gobierno, porque el instinto, ya lo hemos anotado, sea como conducta innata e inconsciente o impulso interior e irracional que provoca su actitud, no obedece a la conciencia ni a la razón sino al pavor de perderlo y ser destruido. Dicho más concretamente, el Gobierno quiere permanecer en el poder por simple instinto de conservación.

 

 

Si algo tiene claro este régimen es el profundo daño colectivo que le ha ocasionado al país en estos 17 años de inmerecida desgracia cuya reparación tomará quizás generaciones. Cierto también que en la víspera del juicio final, quienes deben afrontarlo sin posibilidad de evasiva se permiten ciertas reflexiones en las que no reparaban en la época de su gozosa y pecaminosa plenitud. Digamos que es como una autoconfesión in articulo mortis. Pero así como el cuerpo se aferra a la vida no obstante sus pecados, este Gobierno se aferra al poder apenas sostenido por dos instrumentos tan precarios como deleznables que, paradójicamente, mientras que a duras penas lo mantienen precipitan al mismo tiempo su caída. Son como las drogas que mitigan el dolor del agónico y a la vez le disminuyen las pizcas restantes de funciones orgánicas.

 

 

Hemos repetido en muchas oportunidades y por distintos medios que los dos únicos elementos en los que se sostiene el poder a contrapelo del país son el tsj y el alto mando militar. Nada más. Ambos, plenamente desacreditados y repudiados por la opinión nacional, como lo comprueban todas las encuestas de opinión, actúan con la mayor desvergüenza porque son piezas del mismo parapeto y llegado el momento deberán responder por unos mismos ilícitos. Pero así como lo han sostenido también lo han debilitado al punto de convertirlo en una especie de paria internacional. De este régimen ya marcan distancia hasta quienes constituyeron sus costosísimos aliados (la Cuba que negocia con Obama es el mejor ejemplo) y no volteando hacia el otro lado sino conminándolo abiertamente a corregir rumbos y conductas.

 

 

¿Cabe esperar que al menos un atisbo de patriotismo asome en la conciencia de quienes han destruido la Patria proclamando su defensa o que el instinto de conservación ceda paso a la racionalidad? No lo creo. Ellos han hecho las mismas cuentas que de sus fechorías han sacado el país y la comunidad internacional y eso los hace incorregibles. Su única gestión de Gobierno consiste en mantenerse en el poder como sea y, eso sí, aguardando un milagro que voltee su destino. Llegado su momento, no podrá invocar ninguna causa de justificación que lo exima de responsabilidad o que mitigue sus culpas, porque ha hecho el infinito mal a conciencia del daño que hacía. No podrá excusarse ni invocar circunstancia alguna en su defensa porque lo tuvo todo y todo lo utilizó para dañar y delinquir.

 

 

@hramosallup

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