Primer gorjeo. No somos Cuba. Fidel acabó con la estructura social cubana fusilando a miles de personas: dirigentes sindicales, militares, profesionales, productores, industriales, comerciantes, vecinales, gremiales, juveniles, estudiantiles. Todo el que pudiera vagamente convertirse en líder (digamos Henrique Capriles o Henri Falcón o Leopoldo López) fue pasado por las armas.
Obligó al exilio a otros miles, millones, que andan como diáspora, regados por todos los confines de la tierra. De esa manera consolidó su poder “mesiánico”, su figura “imbatible”. Por 50 años ha mantenido una persecución implacable, rabiosa, fratricida. Aniquilando cualquier brote de libertad, democracia y oposición, con muerte, cárcel y exilio. Se mantiene vivo flotando sobre los cadáveres de sus opositores. Aquí eso no sucederá. No sucedió. La oposición democrática ya es mayoría.
Segundo gorjeo. El CNE se pudre en el Cuartel de la Montaña. Ciego como quien observa impunemente el descuartizamiento de sus padres y no siente dolor ni lástima. Mudo como quien es incapaz de gritar ante las más terribles torturas, como si nada doliera. Ciego para no advertir el hundimiento de la patria y la destrucción de la moral ciudadana. Cerraron la frontera para quitarle a Henrique 50.000 votos. Cerraron el Consulado de Miami para robarle otros 50.000.
No dejaron inscribirse a más de 150.000 nuevos votantes. Abusaron hasta el cansancio de los medios públicos. Robaron fondos de Pdvsa para pagar una fastuosa campaña que pocos frutos les dio. Amenazaron. Intimidaron. Compraron conciencias. ¿Y tienen el tupé de decir que Maduro ganó por 1,5%? Los espera el olvido.
Tercer gorjeo. La campaña Henrique/ Henri. Capriles consolidó su figura de estadista. De dirigente agigantado ante los retos. De valiente ante las amenazas. De incansable luchador. De compromiso con los humildes. Henri afianzó su papel de imagen para el chavismo decepcionado, arrepentido y hasta apenado por las tropelías, vagabunderías, abusos y estupideces de sus dirigentes rojos. Henri fue la puerta abierta por donde más de 800.000 venezolanos que habían votado por el gobierno traspasaron la barrera ideológica y de amenazas del hijo no de Chávez, sino de Castro, para aterrizar en el terreno de la democracia.
La presencia de Falcón fue definitivamente un elemento fundamental y diferente en esta campaña, que cierra con una victoria nuestra. Soy testigo de la relación de hermanos que han establecido entre ellos. Ambos abogados, diputados, alcaldes reelegidos mayoritariamente, gobernadores reelegidos mayoritariamente. Ambos de centroizquierda.
No hay en el chavismo nadie que iguale a ninguno de esos dos grandes venezolanos. Henri le imprimió a la campaña, un estilo de apertura, de buen trato, de inclusión y de respeto a todos los jefes partidistas que hace tan sólo unos meses se sintieron apartados, segregados y confinados a sus propios toldos. Y ese fue otro gran aporte y un hecho magnífico, pues los ruidos que se oyeron anteriormente desaparecieron en su totalidad. La tarjeta única se aprobó sin mayor discusión.
Último gorjeo. Somos la mitad del país. Con nosotros está casi la totalidad de los obreros especializados, de los técnicos y de los profesionales. Con nosotros comulgan las estructuras sociales. Los sindicatos libres; las enfermeras; los maestros y profesores; los pequeños, medianos y grandes empresarios; los artistas de todo género: escritores, cantantes, modelos, poetas, pintores, actores, actrices, dramaturgos, directores de cine y teatro. Y con toda seguridad, la inmensa mayoría de los militares, de los oficiales bajos, medios y altos.
De eso no tengo la menor duda. Los trabajadores especializados; los policías y bomberos; productores del campo; agricultores; la sociedad que produce, que organiza, que educa, que sostiene la marcha de la patria. Sin nosotros, amigo Maduro, su espurio gobierno es insostenible. Vamos al conteo de las actas y a la revisión de las cajas.
Estamos seguros del aborrecible engaño que ustedes montaron como un vitrina, un engranaje de perversión. Ustedes no se sostendrán en el gobierno. No tienen con qué. Sólo les queda su vocabulario hueco, vacío de contenido y fatuo. Y una población alienada que paulatinamente se irá liberando hasta que ustedes se conviertan en un mal recuerdo. En un ratón de ron barato.
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Por Eduardo Semtei