Cada vez que Nicolás Maduro anuncia que pronto que anunciarán nuevas medidas para enfrentar la crisis económica que vive el país se generan grandes expectativas, el país casi se paraliza a la espera de un milagro, pero al final de la alocución nada bueno ocurre y todos regresan al estado natural de la desesperanza y la incertidumbre.
Tantas horas en una alocución para solo anunciar tres medidas, aumento de la gasolina, devaluación de la moneda y un ajuste del sueldo mínimo.
Se puede comprender que el aumento de la gasolina era necesario. Pero lo que no puede ser aceptable es que no ofreciese alguna medida que apuntase a mejorar la situación del país, a destrancar el juego, por no pedir a atacar las causas que han llevado a la paralización y destrucción del aparato productivo del país.
El salario mínimo compensará muy poco la inflación que se deriva de las tres medidas anunciadas y al lado de ellas no hay nada que sirva para corregir lo que ya viene mal.
Subir el precio del dólar subsidiado de 6,30 a 10 bolívares, no cambia el mecanismo del control de cambio en el que no existe un mercado paralelo que le permita a cualquier ciudadano comprar divisas. El Simadi es un mecanismo casi ficticio y el paralelo o dólar negro seguirá marcando el tipo de cambio. Al mismo tiempo ya la gente sabe que es allí, donde un importante sector ligado al Gobierno ha hecho sus millones, con contratos e importaciones de productos, cuyas exorbitantes ganancias están muy bien resguardadas en bancos en el exterior y en propiedades en Estados Unidos y Europa.
El jueves Maduro se reunió con el sector farmacéutico, uno de los sectores que padece la mayor crisis en el país, cuya escasez de medicamento está creando pánico en la población.
Como quien acabara de llegar al poder y no fuesen sus políticas de controles la que ha generado la crisis en el sector, Maduro les dijo: «En el campo farmacéutico hay que ser capaz de producir todas las medicinas que necesita nuestro pueblo y podamos llegar, con la capacidad tecnológica que tiene la industria venezolana llegar a una capacidad exportadora real, y romper con el modelo rentista petrolero, heredado de los gobiernos de la IV República, enfatizó el jefe de Estado».
Un trabajo publicado ayer en El Nacional, nos recuerda que las cuatro empresas que tiene el Estado para producir medicamentos no han logrado cumplir las metas de producción y una de ellas está totalmente paralizada. Ellas son: El Servicio de Elaboraciones Farmacéuticas (Sefar), el Complejo Tecnológico Farmacéutico del Estado Venezolano (Quimbiotec), esta última cerrada luego de 25 años de existencia, la Empresa Socialista para la Producción de Medicamentos Biológicos (Espromed Bio) y los Productos Farmacéuticos para el Vivir Viendo, C. A. (Profármacos) .
Adicionalmente cientos o miles de millones de dólares se han invertido en convenios con China, la India, Cuba, Argentina, Brasil y Uruguay. De estos convenios nada se sabe, lo que sí se sabe es que de ellos no se han obtenido resultados tangibles para mejorar la producción en Venezuela. ¿Dónde está ese dinero?
Es de destacar que estas empresas del Estado han sufrido los mismos problemas que los laboratorios y empresas privadas productoras de medicamentos. La deuda del Gobierno con el sector por la liquidación de divisas no canceladas a proveedores es de 3 mil 500 millones de dólares. Nada de eso dijo ni reconoció Maduro en esa reunión.
Lo que ocurre con las medicinas es lo mismo que ocurre en el sector alimentos, sector químico o metalmecánico. En general la industria tiene una deuda de 12 mil millones de dólares con proveedores extranjeros y ello significa la paralización del crédito por eso no producimos y no produciremos suficiente para el mercado nacional. La caída en 2015 de la producción de las industrias venezolanas fue de 75% (Conindustria) y este año será peor.
En conclusión. No se ve en el Gobierno ni intenciones ni posibilidad de rectificación.
Francisco Olivares
Twitter: @folivares10
