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María Corina, moral contra el circo macabro

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María Corina, moral contra el circo macabro

En nuestra vida republicana, desde que somos venezolanos y no españoles, Venezuela ha conocido espíritus prominentes y universales, espíritus cuyo pensamiento y obra han levantado admiración y reconocimiento más allá de nuestras fronteras, espíritus que superan su tiempo histórico.

 

 

 

María Corina Machado es uno de ellos. No exagero si la ubico como una de las cinco mujeres más sobresalientes de nuestra política de todos los tiempos.

 

 

 

Ella es un espíritu que ya borró los límites de su siglo.

 

 

 

La mujer bella es la que lucha

 

 

 

No sólo lo expreso por lo que es y ha hecho hasta ahora: combatir como pocos –viéndolo al rostro, sin agacharle la mirada– una de las tiranías más depravadas y cínicas de la historia de América Latina y a su criminal y devastador líder, Hugo Chávez Frías, a quién encaró y llamó “ladrón” como nadie lo hizo jamás; lo expreso especialmente por lo que María Corina será y hará.

 

 

 

Si la mujer “bella” es la que lucha por sus ideales y sueños, la que no se vence ni amilana ante la adversidad, la que se entrega con integridad, eficacia y pasión a cada misión que emprende, la que se forma y educa, la que no le teme a los desafíos por más complejos o siniestros que sean; si la mujer “bella” es la madre en la casa y la heroína en la calle, la compañera en la batalla y la amiga en el desconsuelo, la mano que se tiende y los brazos que dan abrigo, María Corina Machado es sin duda una de las venezolanas más bellas de todas las eras.

 

 

 

Ella representa la mejor memoria de nuestro más insigne pasado, pero también la memoria de nuestro más resplandeciente futuro. Ella es la mejor Venezuela.

 

 

 

Ella es la palabra porvenir.

 

 

 

La verdadera patriota bolivariana.

 

 

 

Una de las principales angustias de Bolívar era ver al pueblo americano atado al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio. Tres palabras devastadoras que anticipaban al chavismo (faltaría el narcotráfico que no era una plaga entonces).

 

 
Para el Libertador la moral y las luces eran las primeras necesidades para deslastrarse del triple yugo (chavista): ignorancia, tiranía y vicio.

 

 

 

Si reconocemos como valiosas las conclusiones del Padre de la Patria, María Corina es una auténtica patriota bolivariana, una forjadora de libertad. No porque esté alardeando e infamando a todo momento a Bolívar, corrompiéndolo y ofreciéndolo como bandera de criminales y narcotraficantes (de chavistas), sino por algo mucho más contundente y trascendental: porque María Corina representa y enaltece con dignidad y rigor los valores patrios que promovía el Libertador.

 

 

 

Ella mantiene la moral ante la tiranía y el vicio, no se doblega ni claudica; ella es luz ante la ignorancia.

 

 

 

Como pocas.

 

 

 

Patadas a los mercaderes de la claudicación

 

 

 

No soy yo quien lo asevera y testifica, son incandescencias verdaderamente inmortales como las de Mario Vargas Llosa u Oscar Arias, entre otros, los que descubren en ella, en su lucidez y su moral republicana, un emblema de libertad y una esperanza para la reinvención de Venezuela. Son ellos, no yo (poeta panfletario e inconcluso), quienes nos urgen a seguir su liderazgo y ejemplo, tanto el de ella como el de Leopoldo López y Antonio Ledezma, si queremos salir de una vez por todas de nuestra ruinosa tragedia.

 

 

 

Lo rescato porque en medio del pandemonio chavista, en el que algunos rabipelados opositores y otros recoge latas de nuestra lagañosa conciencia intelectual (¡esos doños histéricos!) se han dado a la disparatada –y humillada– tarea de criticar la indoblegable voluntad de María Corina por no someterse al vicio, a la ignorancia y a la tiranía.

 

 

 

Con su soberbia y mediocridad los rabipelados y los recoge latas de la moral, nos están causando un profundo daño. Alguien debía caerle a patadas por mercaderes de la claudicación; ese alguien tenía que ser un sacrílego como yo.

 

 

 

La actitud de María Corina merece nuestro mayor reconocimiento y admiración.

 

 

 

No la doblegan, no nos doblegan, hay moral.

 

 

 

El circo macabro

 

 

 

Hace semanas leí en El País un lapidario artículo –por agudo y lúcido– del ensayista argentino Héctor Schamis intitulado: Venezuela, hora cero, que contenía una frase que me paralizó: “La MUD deberá entender que ha llegado el momento de los principios”.

 

 

 

El artículo es una radiografía de nuestro caos, describe el incomprensible proceder opositor (la futilidad del diálogo), las consecuencias mortales de la no activación de la Carta Democrática, e invita con desprendimiento y urgencia a entender que es la hora cero de los “principios” y no de la claudicación. Cada día que pasa son más los venezolanos que mueren por falta de medicina y comida.

 

 

 

En estos días los partidos políticos se someterán a una nueva vejación histórica –ya ni menciono lo ilegal e inconstitucional– mientras buscan desesperadamente firmas para conservar su cadavérica presencia electoral. Serán los enanos mortificados del macabro circo chavista. Se reirán de ellos, otra vez. No nos atrevemos a juzgarlos, pero verlos degradarse así es desconsolador.

 

 

 

¿Y la moral? ¿Y la luz? ¿Y los principios fundadores de Venezuela? ¿Seguiremos sometidos al vicio, la ignorancia y la tiranía?

 

 

 

No, algunos no seguiremos. Ahí está María Corina mostrándonos que hay un camino trazado hacia un mejor porvenir. Se funda en principios y valores irrenunciables.

 

 

 

Comienza con dignidad venezolana. No se somete ni someterá.

 

 

 

Hay moral, hay luz.

 

 

 

Y mucha…

 

 

 

Gustavo Tovar Arroyo

Por Confirmado: Oriana Campos

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