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La niña sin champú

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La niña sin champú

 

Alguien grabó con su celular a una niña. Mide menos de un metro con diez centímetros, pone su mano izquierda sobre la cintura, es una morenita primorosa que lleva puesta una pijama con una princesa rubia estampada. Quizás cubre su cabeza con un turbante. La niña le dice a la cámara y mirando varias veces a las personas que tiene enfrente:
“Presidente Maduro, estoy cansada de la situación. No tengo agua, no tengo comida, no tengo medicinas, y lo último…

 

 

”.
La niña hace un gesto revelador y se quita lo que parecía un turbante, dejando al descubierto una cabellera estrictamente parada, como la de un troll. “…¡No tengo champú!”. La niña hace una mueca graciosa. Fin del video.

 

 

 
El día que recibí ese video, a las 9:30 am una señora habla por su celular y le dice a su interlocutora: “Estoy decepcionada, chica. Estoy haciendo cola desde las 4:00 am y no conseguí nada. Tú quédate en Chuao. Yo voy a seguir rodando…”

 

 

.
Eran dos negras jamadas con cara de cañón, unas súper señoras. No podía dejar de pensar en el aire risueño de la niña del video que me incomodaba por una razón que me costó definir, pero que pasaba por la idea de que esa niña no estaba casada con la realidad oscura de estómagos vacíos viajando en una camionetica por puesto.

 

 

 
Llego a casa de mi madre y me consigo con que mi hermana nos ha enviado algunas provisiones no tan básicas y sí al mismo tiempo. Me vuelve a llegar por chat el video de la niña. Almuerzo y salgo tomando un Metrobús donde sólo se hablaba de comida y cómo encontrarla, Y dónde fuiste a hacer cola a las 4:00 am, y qué conseguiste; también vi tres mujeres de menos de treinta años con bebés en los brazos diciendo entre ellas que ya no les salía leche. Un viejito al subirse tropieza con otras dos adolescentes, dos chamitas de 18 y 19, el señor les pregunta la edad porque en el empujón ellas respondieron groseramente al anciano. Él les pregunta que si no estudian, ellas contestan que no, que comen o estudian, y se ríen perversas. El viejo todavía trata de dar lecciones, y les suelta un de ustedes es el futuro. “¡Aquí no hay futuro!”.

 

 

 
En fin, vuelve a mi mente el video de la niña a la que le medio están dictando algo, y aunque lejos de parecerme gracioso o simplemente patético por alguna razón que no identifico, me genera frustración porque su tono no transmite la realidad tan horrorosa en torno al hambre que sólo había leído en las novelas de guerra y empiezo a presenciar en los transportes públicos.

 

 

 
Esto último, como se lo estoy contando a usted, se lo conté a una amiga española que había montado en su muro de Facebook el video de la niña sin champú. Aquí comparto el foro:
–Es muy linda la niña. Y también puede haber humor en situaciones extremas. Yo lo he vivido ese humor, en niños etíopes.

 
Otra amiga se integra al foro. Una venezolana que tiene tiempo viviendo en Madrid.

 

 

 

 
–Jonathan, es que es gracioso y patético y conmovedor, y trágico y dulce y triste, y habla de nuestro carácter. Te abrazo fuerte.

 

 

 

 

 

–Sí. Es exactamente eso, mi tolerancia con ese carácter está llegando a unos límites. Eso, eso, es eso– apunto.

 

 

 
–Jonathan, te quiere decir que viviendo en el epicentro de aquel caos día a día nuestro carácter se nos hace insoportable– completa la venezolana residenciada en España.

 

 

 
–He puesto el video porque parece que ya ni se puede decir nada de tu país, pero no sé si puedes entenderlo– finaliza mi amiga española.

 

 

 
Le digo que lo comprendo absolutamente. Pero también le digo que sí, Venezuela está más susceptible que nunca.

 

 

 


@elreveron
elreveron@gmail.com

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