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La humildad de Francisco

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La humildad de Francisco

El triunfo es de los humildes. Aunque estuvo entre los favoritos para ser Papa cuando fue elegido Ratzinger, debo reconocer que no conocía la vida, obra y trayectoria de Jorge Bergoglio, hoy convertido en el primer Papa americano

 

 

El triunfo es de los humildes. Aunque estuvo entre los favoritos para ser Papa cuando fue elegido Ratzinger, debo reconocer que no conocía la vida, obra y trayectoria de Jorge Bergoglio, hoy convertido en el primer Papa americano y el primero proveniente de la Compañía de Jesús, obra fundada por san Ignacio de Loyola y que tanto aporte ha hecho a la humanidad.

 

 

Lo primero que hicimos fue bromear acerca de su gentilicio: “¿Quién aguanta a los argentinos ahora con Papa?”. Pero revisando su tránsito vital descubrimos a un hombre con sólida formación, intensa vocación de servicio y una condición de sencillez y humildad que, estamos seguros, será la marca que distinguirá su pontificado.

 

 

Como la vida está llena de detalles, a Francisco lo podemos conocer revisando esos detalles en su vida pastoral. Hechos como renunciar a vehículo oficial y chofer para utilizar el transporte público, vivir en un departamento modesto en vez de hacerlo en el Palacio Episcopal y hacer su propia comida reflejan una vida consagrada a la pobreza, uno de los votos que deben realizar todos los que se dediquen al trabajo clerical.

 

 

Ya elegido Papa tomó la decisión de llamarse Francisco en homenaje a san Francisco de Asís, sacerdote de procedencia vinculada a la “alta sociedad” que decidió dedicarse a una existencia plena en la pobreza.

 

 

En una homilía en Buenos Aires, siendo arzobispo de esa ciudad y cardenal argentino, en 2011, expresó: “El día de hoy nos invita una vez más a la humildad. A la humildad de aceptar lo que podemos y somos. A tener la grandeza de compartir sin engaños ni apariencias.

 

 

Porque no olvidemos que las ambiciones desmedidas solo lograrán que el supuesto vencedor sea el rey de un desierto de una tierra arrasada o el capataz de una propiedad foránea. Cuidado. Ninguno de nosotros de los que estamos aquí está libre de la veleidad”.

 

 

Que esta Semana Santa sirva para nuestra reflexión, para el tradicional arrepentimiento y perdón, para la solidaridad y para el compromiso de una vida humilde que nos haga conscientes de nuestras miserias y de que, en palabras de Francisco, “Dios nunca se cansa de perdonarnos, nunca”.

 

Juan Pablo Guanipa

 

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