La grieta en la oposición
abril 5, 2018 5:20 am

La gira de Julio Borges, Antonio Ledezma y Carlos Vecchio por Europa y, como parte de ella, la importante reunión con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, debería constituir una demostración de la fortaleza, proyección internacional y claridad de la oposición venezolana. Sin embargo, representa todo lo contrario: es un signo inequívoco de la enorme grieta que la divide en dos bandos distintos y, hasta ahora, irreconciliables entre quienes conciben las elecciones del 20 de mayo como una oportunidad para salir de la dictadura de Nicolás Maduro y quienes la ven como una ocasión de deslegitimarla y desenmascararla mediante la abstención. Participacionistas y abstencionistas son los términos que resumen de forma apretada la controversia.

 

 

 

Mientras mayor es el respaldo planetario que reciben las organizaciones que enfrentan las elecciones convocadas por Maduro, y mayor es el desprestigio y el aislamiento de su régimen en el plano mundial, mayor es el tamaño de la fractura en el campo opositor. Las razones de este contraste son obvias: el respaldo internacional se soporta en la condena categórica a las condiciones en las cuales se realizará la consulta comicial, principal tema de las discusiones en República Dominicana. Entre esas condiciones hay que destacar: el llamado por parte de la Constituyente, órgano ilegal cuestionado por la comunidad internacional, un CNE totalmente parcializado a favor del régimen, los principales líderes opositores presos, inhabilitados o en el exilio, compresión del calendario electoral con el fin de impedir que los adversarios se organizaran, uso descarado de los recursos públicos a favor de Maduro, entre ellos la utilización del Carné de la Patria como mecanismo de extorsión e intimidación. De estos y otros abusos se encuentra al tanto la comunidad internacional. Por ese motivo, los dirigentes de la MUD consiguen unánime respaldo cuando salen por el mundo a denunciar el uso de las elecciones como mascarada para encubrir el carácter dictatorial del régimen madurista. Esto explica los pronunciamientos cada vez más frecuentes y categóricos de los gobiernos y parlamentos democráticos exigiendo elecciones libres, trasparentes y equitativas.

 

 

 

El apoyo que los dirigentes de la MUD consiguen fuera de nuestras fronteras, los alejan de Henri Falcón y del grupo que apuntala sus aspiraciones. No hay manera de conciliar los dos comportamientos y discursos. Ambos resultan irreconciliables. ¿Qué hacer? Sin la participación de la MUD, Falcón no tiene ni la menor posibilidad de triunfar. Podrá obtener unos votos. Los que el régimen quiera concederle, no importa cuál sea la afluencia de votantes. En Venezuela, la victoria de la oposición no está atada al volumen de los electores que acuden a los centros de votación ni a lo que indican las encuestas, sino a los caprichos de la cúpula del Psuv y del CNE.

 

 

 

Dos ejemplos muestran esta verdad inapelable. En las elecciones de la Constituyente los cálculos más optimistas ubicaron la votación en cuatro millones de participantes. El CNE señaló, sin ningún pudor, que había sido el doble. Tuvo que salir Smartmatic a corregir el exceso. A pesar de la precisión, el régimen se atribuyó siete millones de votos, salidos del sombrero de un prestidigitador. En Bolívar ganó Andrés Velásquez, solo que no pudo cubrir todas las mesas con sus testigos electorales. En los centros de votación donde no estuvieron sus delegados, ubicados en zonas recónditas, obtuvo el triunfo forjado el candidato del oficialismo, Rangel Gómez.

 

 

 

Las elecciones en Venezuela no las ganan los favoritos en las encuestas, sino quienes tienen una estructura organizativa espartana, capaz de defender cada voto de las tropelías que acostumbran a cometer los maduristas.

 

 

 

Los partidos que apoyan a Henri Falcón obtuvieron menos de diez por ciento de los votos en los comicios para gobernadores, en septiembre del año pasado. Falcón perdió en el estado Lara, donde había sido alcalde de Barquisimeto en dos oportunidades y gobernador, aspirante a la reelección. Sin el soporte de la MUD, sus posibilidades de ganar el 20-D son nulas. Su primer objetivo debió haber sido convencer a los dirigentes de la MUD de las bondades de participar en la contienda presidencial. Ya luce demasiado tarde.

 

 

 

Al país no le conviene un Falcón fracasado y una MUD debilitada, que vive de las promesas provenientes del extranjero. Lo mejor que podría ocurrirle a Falcón en estas condiciones tan adversas, es que salga con un liderazgo genuino de la cita electoral, y pase a convertirse en la figura que la oposición está esperando desde el encarcelamiento de Leopoldo, la inhabilitación de Capriles y María Corina, el destierro de Ledezma y el silencio de Ramos Allup. A lo mejor le espera un destino parecido al tenido por estos dirigentes y por Manuel Rosales. La guillotina de la dictadura ha sido implacable con quienes asoman la cabeza.

 

 

 

La oposición se encamina hacía una derrota muy dolorosa y grave, que nos colocará de nuevo en la prehistoria de este macabro proceso que ha sido la era de la hegemonía chavista. Días duros los que nos esperan con un gobierno pésimo y una oposición fracturada. Todavía quedan unas semanas para dialogar y negociar internamente. El tiempo apremia.

 

 

 
@trinomarquezc