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La gran estafa zuliana

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La gran estafa zuliana

Ningún puente colgante del mundo podría superar en distinción, funcionalidad y belleza al puente Nigale, al menos mientras duró el maquillaje del socialismo del siglo XXI en Venezuela.

 

 

 

Chávez se refería a este prodigio de la egocéntrica mitología socialista como el primer puente en importancia estratégica en el mar Caribe, el segundo sobre el lago de mayor extensión de América del Sur, y otra vez, primero en importancia construido por la revolución. En su maratónico programa describía el paso para el tráfico rápido de vehículos con canales más anchos, un tramo de rieles para integrar el plan ferroviario nacional previsto por el Estado para distribuir nuestra soberanía alimentaria, estábamos ante una referencia mundial de la ingeniería de primer mundo, marxistamente humanizado con paseo peatonal y corredor para ciclistas, sin olvidar el infaltable semitramo ecológico sublacustre, donde la militancia más crédula se imaginaba buscando a Nemo en medio del pantano de derrames que es el lago por dentro.

 

 

 

Los apasionados aplausos que seguían a la cadena de disparates solo eran sosegados por la foto del puente de Erasmo en Rotterdam, que mostraba a cámara el líder supremo en cada uno de los episodios del maratónico Aló, Presidente, solo para dar una idea gráfica como referencia de aquella novena maravilla del mundo con destino incierto, cuyos dineros fueron criminalmente robados, desaparecidos, expropiados, malversados y desviados a algún paraíso fiscal a título de algún “enchufado” nuevo rico, rojo o verdeoliva, que desfalcaron la patria a fuerza de consignas y mala fe.

 

 

 

El financiamiento inicial vía Fonden en 2006 fue de 57 millones de dólares solo para la primera fase de la obra. Once años atrás se dijo que tendría un costo total de 2.300 millones de dólares. En el proyecto de Ley de Endeudamiento Anual para el Ejercicio Económico Financiero de 2016 se evidencia una inversión de 661.500.000 bolívares. Según el presidente del Colegio de Ingenieros del Estado Zulia, Marcelo Monnot, la cifra más terrenal de la estafa asciende a 303.225.494 dólares en una tasa Simadi; algunos en su mente “mal pensante” han llevado esta cifra a tasa preferencial de cualquier economía global, porque es el único dólar real existente, revelando que la frustrada obra, oculta y prohibida para los ojos del mundo, tendría un costo de 24.000 millones de dólares, es decir, un sobreprecio de 22.000 millones de dólares del que todavía no hay nada que explicar porque en Venezuela no hay ni control ni autonomía de poderes.

 

 

 

En rueda de prensa reciente el diputado Julio Montoya instó a las autoridades regionales y nacionales a explicar por qué, previo al escándalo de Odebrecht en Brasil y toda América Latina, fue anunciada la inauguración de la gran obra, si solo se había construido 17 % de este proyecto. Incluso instó al gobernador Arias Cárdenas a explicar por qué dio tres ruedas de prensa garantizando al país que todo iba bien y por qué aseguró que el puente Nigale sería definitivamente inaugurado este mismo año 2017.

 

 

 

“La realidad es que gastaron el dinero total del 44% de la obra –dice Montoya– se subcontrataron empresas, en su mayoría de militares y enchufados que desaparecieron de la faz de la tierra y hasta el día de hoy no responden por los previos 2.300 millones de dólares que se gastaron. No sé cómo pretenden seguir escondiéndolo. En este momento desmantelan galpones en la COL, se roban la infraestructura, se roban los equipos. Todo es una burla”.

 

 

 

Ninguno de los responsables directos de que el puente Nigale solo haya avanzado 17% en 11 años ha dado la cara a los zulianos por semejante exabrupto de la corrupción, aunque estén allí y no haya necesidad de realizar ningún trabajo detectivesco, ni de pruebas de ADN, porque consta que el presidente Chávez entregó desde el año 2006 a Corpozulia la potestad y administración de los recursos.

 

 

 

Fuera del impacto noticioso, la mayoría de los zulianos no damos crédito a las consecuencias que traerá el hecho de que la revolución nos haya robado una oportunidad de progreso para comunicarnos con el resto del país.

 

 

 

Tarde o temprano este emblemático caso de corrupción y soborno evidenciará un grave daño al futuro de las nuevas generaciones, que no solo serán testigos de cómo la fallida construcción entorpecerá el desarrollo de la región ante el crecimiento de la población y del parque automotor, sino que según los expertos, más adelante también veremos perder por falta de mantenimiento el imponente puente Rafael Urdaneta, construido hace más de medio siglo por una república democrática que sí estuvo comprometida con el país.

 

 

 

Gracias a la era chavista los zulianos estaremos condenados a la lentitud del pasado, intentando tomar de nuevo pesados ferrys para transportar lo que entre y salga de nuestra región para el resto del país, en un abandono geopolítico y cultural del Zulia, dejando la región cada vez más cerca de Colombia que de Venezuela.

 

 

 

Sin Metro…

 

 

 

La parálisis total del sistema Metro de Maracaibo es inminente ante la falta de repuestos y el deterioro de equipos. Los trabajadores se quejan porque el Ministerio de Transporte hace caso omiso al alerta, pero luego de la presión apenas lograron recibir algunos repuestos para mantener en zozobra solo 25 autobuses de 260 unidades paralizadas que no han recibido el mantenimiento que ameritan. De los 7 trenes que cubren la ruta Altos de La Vanega hasta la estación Libertador solo 2 se encuentran en funcionamiento, uno de ellos ya presenta problemas técnicos con la tarjeta lógica. Todas las unidades se han deteriorado y son canibalizados para extraerle repuestos. Hay aglomeración de usuarios en las estaciones e irregularidades en la frecuencia de salidas y llegadas. Hay fallas en el sistema de aire acondicionado, fallas en las pastillas de frenado, fallas en las pantallas y marquesinas, fallas en la automatización de los sistemas de trenes con metrobuses, fallas en el torno que perfila las ruedas de los trenes para que no descarrilen, fallas en el pantógrafo, que es el sistema aéreo que conecta cada tren con la red eléctrica que llevan encima, fallas de baterías, electros y cauchos. No hay vigilancia, por lo que aumentó el robo en las estaciones, hay robos de las pantallas, robos de los discos duros de las computadoras de los autobuses, sin contar que al personal de MetroMara le deben hasta el alma a pesar de los decretos presidenciales. La línea 2 es otra historia de corrupción con el sello Odebrecht.

 

 

 

Dámaso Jímenez

 

Por Confirmado: Francys García

 

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