La auctoritas del general Baduel
marzo 8, 2017 10:06 am

Si Leopoldo López es el preso de conciencia número 1, su equivalente en el mundo militar es el general en jefe Raúl Isaías Baduel, que debió salir en libertad plena el viernes pasado después de cumplir siete años de condena. Estuvo recluido en su casa un año y cinco meses en libertad condicional, hasta que en enero de este año lo regresaron a la prisión de Ramo Verde, para impedir que grupos civiles y militares pudieran consultarlo sobre la grave situación del país.

 

 

 

Al recuperar su libertad, Raúl Baduel estaría accesible para que se escucharan sus recomendaciones y se ponderaran sus reflexiones. El régimen conoce muy bien que Baduel mantiene liderazgo en el mundo militar, goza de “auctoritas”, un poder que se ha ganado a pulso y que constituye un permanente dolor de cabeza para un grupito de altos oficiales y narcogenerales que tienen a la cabeza a un ministro de la Defensa que es objeto de repudio, que no hace cumplir la Constitución Nacional y mantiene a un régimen dictatorial que sistemáticamente viola los derechos humanos y es reconocido internacionalmente como narcotraficante. Para más inri, Padrino López fue el autor de aquella criminal resolución –8610– que autorizo a la Fuerza Armada a usar las armas durante las protestas civiles y que nos han llevado hasta las masacres recientes de Barlovento y Cariaco, para no hacer un inventario de los crímenes impunes cometidos a través de la Operación de Liberación del Pueblo (OLP), por ejemplo.

 

 

 

Pero volvamos al enigmático general Raúl Baduel, vilipendiado también por algunos opositores que no le perdonan haber restituido el hilo constitucional en el año 2012 y regresar –el 13 de abril– a Hugo Chávez a la Presidencia de la República. Es por falta de información que le despachan acusaciones y responsabilidades, la mayoría de ella injustas, aunque haya sido ministro de la Defensa de Chávez y cargue con su cuota como corresponsable de esta interminable pesadilla revolucionaria que depredó a Venezuela y ha permitido que una organización criminal permanezca en funciones de gobierno.

 

 

 

Lo cierto es que desde “el más allá” continúa la vendetta contra el general Baduel; Chávez siempre lo tuvo en la mira, incluso antes de la hazaña que lo restituyó en el poder. Aquella atormentada psiquis sospechaba de una posible conspiración y, después de los acontecimientos de abril, en una de sus iracundias –crucifijo en mano– conjuró una futura rebelión en la IV División ordenando a su lugarteniente, el general García Carneiro, para entonces comandante de la III División, que elaborara un plan militar de guerra secreto –Plan de Operaciones Aragua Nº 1– para enfrentar a la poderosa unidad élite del Ejército, la de mayor poder bélico: la IV División Blindada que comandaba el general Baduel.

 

 

 

Chávez solo veía traidores y sintió que su indiscutible liderazgo estaba siendo amenazado por el ferviente seguidor de Sun Tzu, y no le perdonó, una vez que pasó a retiro, que se opusiera al referéndum constitucional de 2007 y produjera una conmoción al hacer un llamado, especialmente a la Fuerza Armada Nacional, para que no se dejaran engañar con la reforma constitucional, lo cual dejó al presidente Chávez con un tremendo tiro en el ala y salió derrotado.

 

 

 

Es por eso que ordenó una investigación contra Baduel, por supuesta malversación de fondos durante su gestión en el Ministerio de la Defensa, que culminó en su enjuiciamiento y condena. Baduel se dio el lujo de rechazarle un indulto a Chávez y prefirió permanecer en prisión, lo que mereció admiración en la institución castrense. Baduel es un símbolo de la disidencia, respetado como líder militar y, sin duda, tendrá protagonismo en una transición hacia la democracia. Por ahora, está preso.

 

 

 

Marianella Salazar