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Invertir, ahorrar y consumir

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Invertir, ahorrar y consumir

Nuestras finanzas personales y familiares giran inevitablemente en torno a tres aspectos: invertir, ahorrar y consumir. No importa si lo hacemos en forma consciente y planificada o si nos dejamos llevar por la economía del día a día, al final de cuentas, todo lo que hacemos con nuestro presupuesto se reduce a estos tres aspectos.

 

Cada quien le concederá mayor o menor importancia a cada aspectos. En un mundo ideal, lo más conveniente sería que la mayor parte del presupuesto familiar se destinara a la inversión, que en resumidas cuentas sería destinar el dinero u otros bienes a actividades productivas, que generen una renta o al menos conserven valor a largo plazo. En segundo lugar, el ahorro es el hábito financiero más saludable de todos, porque nos permite prepararnos para tener una mejor posición en el futuro, cuando surja algún imprevisto económico, y en determinadas circunstancias también contribuye a aumentar nuestro patrimonio.

 

En el plano ideal, el consumo debería ocupar la tercera posición en nuestras prioridades, pero en la mayoría de los casos, el ciudadano común con ingresos limitados y sujeto a presiones económicas de toda índole, termina destinando buena parte de sus ingresos, en ocasiones la mayoría, al consumo es decir a adquirir bienes y servicios más o menos perecederos.

 

El consumo como conducta humana y como eje de buena parte de la vida económica, ha sido objeto de innumerables ataques, por lo que conviene deslastrarlo de mitos y prejuicios que lo acompañan.

 

Por lo general tienden a asignarle una connotación negativa. Nadie en su sano juicio puede cuestionar que las personas destinen recursos a adquirir bienes de primera necesidad, alimentos, vestido, calzado, medicinas y los servicios básicos. Estos rubros constituyen la médula espinal de la vida en sociedad y de las economías nacionales.

 

Hay otros casos interesantes con el consumo, me refiero a su relación directa con el crecimiento económico, es decir, el consumo tiene un impacto positivo en cualquier economía. Otro aspecto a considerar, es que lo que llamamos consumo, en el caso venezolano, no se dedica todo a consumo suntuario, ya que muchos gastos de las tarjetas de crédito, se destinan a comida y medicinas, esto es, consumos en abastos, supermercados y farmacias.

 

Se tiende a descalificar el consumo cuando se sale de la esfera de bienes esenciales. Es un error porque destinar parte de nuestros ingresos a adquirir productos no esenciales, siempre dentro de límites racionales, es uno de los motores principales de cualquier economía y es una actividad generadora de empresas, de empleos y de impuestos para el fisco.

 

 

El Ahorro

 

 

De todas las recomendaciones de finanzas personales que se pueden hacer, la más elemental es aquella que sostiene que todas las familias deben contar con un fondo de ahorro para emergencias, imprevistos o cualquier situación no calculada y que puede ponerlos en aprietos.

 

Seguramente, si hacemos una pequeña encuesta entre amigos y conocidos, la mayoría nos dirán que, en efecto, cuentan con algún dinero de reserva, algunos más y otros menos, pero pocos dirán que viven sólo «al día», y nada podrían hacer si se les presentara un percance con consecuencias financieras.

 

Es imposible fijar un criterio estándar acerca de qué es un fondo de emergencia, porque cada persona y cada familia tiene su situación financiera particular. Pero sí existen unos cuantos parámetros que explican cómo debe estar constituido un fondo de emergencia.

 

Como principio general, se debe partir del principio de que un fondo de emergencia debe ser un monto destinado a cubrir entre tres y cinco meses de nuestros gastos, en caso de que los ingresos cesen por completo. Se pueden presentar emergencias de muy distinta naturaleza, no necesariamente un cese de ingresos, pero esta es un fórmula aceptada para calcular el monto que cada quien debería apartar.

 

Un fondo de emergencia solo debe estar constituido por dinero en efectivo o líquido, disponible en forma inmediata. No es necesario tenerlo en el colchón ni mucho menos, sino en cuentas bancarias a la vista, como las de ahorro o corrientes.

 

 

El ahorro es el hábito financiero más saludable de todos.

 

 

José Grasso Vecchio

@josegrasso

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