El dolor y la desesperación de miles de familias con sus hijos y nietos fuera del país
Comenzando la semana renové mi pasaporte. Dado el nuevo precio de los boletos aéreos, lo utilizaré para darme un viajecito por Apure y Guárico territorio FARC… Allí me sentiré haciendo turismo de alto riesgo y en una especie de viaje en el tiempo me podré sentir como en Barrancabermeja.
En el extranjero estudian ese fenómeno migratorio tan ajeno al venezolano y que en estos 15 años de castrochavismo pasó a ser común… Es difícil para la familia venezolana -sobre todo en los estratos medios- que no tenga hijos y nietos fuera del país… Elías Eljuri, exguerrillero comunista y ahora «respetabilísimo» presidente del Instituto Nacional de Estadística roja, asegura: «hemos reducido la pobreza» y es cierto. A todos en Venezuela, pero en especial y con más énfasis a los más pobres, los mata el hampa, el hambre, la falta de medicinas, el engaño rojo, por tanto cualquiera con un mínimo de posibilidades y ganas de echar pa’lante, se faja a buscar otros caminos, otros planes, otro futuro y no ese horrible que les esperó a los cubanos aquel 1° de enero del año 1959.
Yo he defendido siempre y de hecho lo hago, que de mi país no me sacan estos malandros empoderados, cachifos de los cubanos castrocomunistas. Aquí estoy, pretendo quedarme, pero no hago otra cosa que pensar en el dolor y la desesperación de miles y miles de familias que con sus hijos y nietos fuera de Venezuela, ahora tendrán que verlos a través de una pantalla de computadora.
Porque me dirán… Qué abuelos, qué padres podrán viajar -casi todos con pensiones de hambre- a ver a sus seres queridos aunque sea una vez al año, si a estos malandros empoderados se les ocurrió que el mono (deuda) que le tienen a las líneas aéreas lo paguemos nosotros, por tanto los boletos han quintuplicado el costo…
Mientras haya Internet podremos imaginar a que huelen esos bebés, cuán suaves son sus cacheticos de durazno, mientras haya Internet, podremos ser Familias vía Skype.
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