Si las elecciones fueran el próximo domingo por quién votaría usted? Esa es la pregunta que más le teme este gobierno que tiene como su principal contrincante a su propia y brutal ineficiencia. Le sale todo tan mal que si hubiesen diseñado un plan para que saliera peor en sus pesadillas nunca tendrían un escenario como éste.
Por una parte, una inflación que está arrasando con todo pero principalmente con el quince y último de los venezolanos. Pensar que estamos entre los países del orbe con mayor índice de precios al consumidor, genera una impotencia a niveles superlativos sobre todo tomando en cuenta los estratosféricos ingresos petroleros de estos años que se han vuelto «sal, agua y mucha pero muchísima corrupción».
Por eso lo menos que da es risa (pero tipo mueca) que se pregone sobre un plan para atacar a los ladronzuelos oficiales enfilando sus baterías contra funcionarios de segunda línea cuando todo apunta a que las cabezas seguirán intactas. Nunca se atreverán, son demasiados los intereses en una madeja de complicidades que lo toca casi todo. Casi nadie cree en el supuesto plan y todo el manejo comunicacional y las horas-televisión dedicadas a eso se han perdido. Las últimas encuestas son explícitas.
El otro «ítem» propagandístico de Maduro como lo es el plan «A toda vida» también ha sido una tragicomedia. A pesar de haber sacado a la FANB a la calle (con los excesos que se han cometido cuando han pagado justos por pecadores en virtud de la falta experticia de los militares para esas lides) no ha bajado los índices delictivos. La «sensación» de inseguridad sigue intacta.
¿Y qué decir de los servicios públicos? Para muestra el apagón de la semana pasada en todo el país.
Quizás lo que más molesta de toda esta historia es la inmadurez y el poco respeto que tienen en relación a la inteligencia del prójimo cuando responsabilizan al imperio, a la oposición, a los alienígenas, a Juana la Iguana, a los rayos y las centellas, a Barney, a usted, a quien esto escribe y a todo lo que no sea la primera persona del singular y del plural de lo que está sucediendo en el país. De allí los sabotajes, los magnicidios y los planes inventados para así tratar de librarse de una responsabilidad que les es única y exclusiva: no saben gobernar. Lo hacen pésimo y sin remedio alguno. Son malos con saña y si quisieran hacerlo peor seguramente no les saldría tan bien.
Lo único que tienen a su favor es la apatía generalizada que parece habernos invadido. Una especie de lamento colectivo en el que todos nos quejamos pero asumimos un ¿y qué se puede hacer? Según las últimas encuestas sólo un porcentaje cercano al 60 por ciento está dispuesto a votar el próximo mes de diciembre. En su mayoría, mayores de 35 años. ¿Y el resto? ¿En el reino de por siempre jamás?
mariaisabelparraga@gmail.com
Por María Isabel Párraga