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El jubileo de los sanbeniteros

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El jubileo de los sanbeniteros

 

El Papa Francisco al convocar el año jubilar nos recuerda que la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia y la peregrinación como signo peculiar del Año Santo, es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. Las iniciativas que se han suscitado en cada una de las iglesias particulares son muy ricas y sugerentes. En primer lugar, para favorecer la cercanía física y espiritual, en cada diócesis son varias “las puertas santas” para que mayor número de personas pueda “vivir y palpar” esta vieja iniciativa sin necesidad de tener que peregrinar a sitios muy lejanos. En segundo lugar, programar peregrinaciones de las parroquias, grupos de jóvenes o de movimientos eclesiales, gremios o instituciones civiles, es también una manera de acercarnos fraternalmente a la misericordia, es decir, al perdón dado y recibido, necesario en un mundo transido por el odio, la violencia y la desesperanza.

 

 
En Mérida, acabamos de tener una celebración jubilar muy peculiar. Son numerosas las cofradías y hermandades en torno a San Benito de Palermo, patrono real de muchascomunidades del páramo andino y de otros lugares donde su influencia se ha hecho sentir. Estas asociaciones cuyo nacimiento se pierde en la bruma del tiempo, no sólo se congregan para rezar en torno a una fiesta con el colorido propio de la religiosidad popular que con los “giros” y “trabuqueros” le dan un carácter pintoresco que no se queda en el simple espectáculo. San Benito es el eje en torno al cual se generan múltiples iniciativas de orden espiritual, social y de servicio a la comunidad.

 

 

 

Más de treinta comparsas, que representan casi la mitad de las existentes en la arquidiócesis se trasladaron a Mérida. En la capilla de El Espejo se congregaron para iniciar la procesión hacia la catedral, para atravesar la “puerta santa”, celebrar la eucaristía y ganar la indulgencia jubilar. La catedral lució insuficiente para acoger a socios y fieles devotos del Santo Negro. La experiencia de vivir la misericordia como camino de reconciliación en una sociedad en crisis y dividida como la venezolana, es un bálsamo que fortalece la construcción de la fraternidad por encima de las diferencias que separan y paralizan la convivencia pacífica y creativa de nuestras comunidades.

 

 

 

La multiplicación de los panes se hace presente en la generosidad característica de nuestra gente sencilla, donde la comida, abundante y sabrosa, permitió compartir después de cuatro horas de peregrinaje, la mesa común. A todos nos quedó el buen sabor de que sí es posible darnos gestos, mejor sacramentos, que nos lleven a la trascendencia y nos permitan avizorar las capacidades que da la fe para superar el marasmo destructor de la vida ciudadana y de la experiencia mística, es decir, animada por el seguimiento a Jesús, para hacer nuestra la esperanza y la alegría de un mundo nuevo. Que San Benito, poderoso en superar las desavenencias y en darnos el sustento de cada día, sea luz y faro en esta hora en que tanto necesitamos del coraje de ser apóstoles de la esperanza.

 

 

 
MONS. BALTAZAR ENRIQUE PORRAS CARDOZO

bepocar@gmail.com

 

 

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