¿El diálogo o el vómito?

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¿El diálogo o el vómito?

 

 

: ¿El diálogo o el vómito?
Dic 3, 2016 7:31 am
Publicado en: Opinión

 

El diálogo

 

 
Antes que comenzará el diálogo, es decir, en el “pre diálogo” como babosamente lo llamó Chuo Torrealba, lo último que supimos de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) fue que en Venezuela se había roto el hilo constitucional (por enésima vez), el régimen chavista –esa peste– habría cometido un “golpe de estado” (otro) y que “ahora sí” enfrentábamos una dictadura.

 

 

 

Según los animosos “líderes” de la oposición, la situación era inadmisible, como “demócratas” debíamos responder contundentemente y para tal fin se iniciaría un “juicio político” contra la tiranía, además, como medida restauradora, el poder constituyente (el pueblo) marcharía hacia la sede de uno de los poderes constituidos (Miraflores) para erradicar a los tiranos del poder con la fuerza popular (y soberana) de Venezuela movilizada en las calles. El pueblo ocuparía pacífica –pero heroicamente– el poder usurpado por Maduro y su pandilla de narcotraficantes.

 

 
Pero llegó el diálogo…

 

 

 

La nausea

 

 
En uno de los actos más incoherentes que haya conocido la historia contemporánea de Venezuela, todo lo dicho por la MUD contra la dictadura se desvaneció en el más desértico de los olvidos una vez que sus “líderes” se sentaron a dialogar. Nadie podía dar crédito a aquello, pero por más asombroso que fuera, no dejaba de ser desconsolador y profundamente nauseabundo. Sí, nauseabundo.

 

 

 

Sentaditos y obedientes, otra vez, a la siniestra de Maduro, vimos a Chuo Torrealba, Carlos Ocaríz (PJ), Henry Falcón y a Timoteo Zambrano (UNT), en actitud genuflexa y servil ante quien un día antes habían acusado no sólo de dictador, sino de criminal; frente al tirano que no sólo había arruinado el tejido social venezolano y causado la más aterradora crisis humanitaria de nuestra historia, sino que además –según la MUD– había roto el hilo constitucional (por enésima vez), había dado un golpe de estado (otro) y había constituido “ahora sí” una dictadura en Venezuela.

 

 
¿Fui el único que sintió un entrañable asco?

 
Lo dudo.

 

 

 

El vómito colectivo

 

 
Peor aún fue el juego de mimos, abracitos, sonrisas cómplices y coqueteos, que nos vaciaron en la jeta ese apestado rebaño de insensibles e irresponsables “líderes” que supuestamente representan los intereses de la oposición, es decir, de la justicia, la libertad y la democracia en Venezuela.

 

 

 

No tuvieron piedad ni clemencia con nosotros. Aquella escena fue un atragantamiento de cinismo, corrupción y humillación que arremolinados en los intestinos de nuestro espíritu, después de tantos años de putrefacción moral, desprecio y miseria chavista, se nos congestionó y produjo un volcánico vómito colectivo.

 

 

 

Que me disculpen las malolientes beatas de la MUD y sus histéricos doños académicos, pero el asco es incurable. Pasarán generaciones sin que podamos reaccionar sin náusea ante semejante despropósito.

 

 
Fue aborrecible.

 

 

 

¿La negociación o el negocio?

 

 
Lo siguiente fue la desconcertante negociación a la que llegaron los representantes de la MUD y los tiranos, que luego intentaron justificar –los opositores– con una retahíla de babosadas, gamelote y retórica barata tan singular como despreciable.

 

 

 

El espectáculo fue sórdido, Chuo y Ocariz se convertían en unos auténticos limosneros de democracia y justicia, y convertían al ochenta por ciento del glorioso y bravo pueblo de Venezuela –que supuestamente representan– en famélicos mendigos hurgando en el basurero venezolano de la libertad. Como era de suponer y se advirtió mil y una vez, la negociación –o negocio– fue un auténtico fiasco para los venezolanos, que están peor que nunca, burlados y desesperanzados, padeciendo hambre y sin una salida democrática. De un solo coñazo renunciamos al Revocatorio, a la Constitución, a la justicia y a la libertad, pero más que nada a la sensatez y a la coherencia.

 

 

 

Mientras tanto Maduro bailaba y la hiena de Jorge Rodríguez sonreía. Mientras tanto nuestro pueblo moría de hambre, enfermo o asesinado por el chavismo.

 

 

 

La desesperanza aprendida

 

 
Así como digna y encomiablemente lo hicieron en su momento Aveledo y Medina por el bien de la Unidad y a pesar de que se le reconoce su loable esfuerzo y su éxito, Chuo Torrealba debe renunciar a la secretaría general de la mesa unitaria. Su colosal desacierto con el diálogo ha llevado a la oposición venezolana (al venezolano en general) a niveles de frustración y depresión inmerecidos. Ocaríz, por su parte, lo sabemos, no está en condiciones personales como para lidiar con unos tiranos. Simplemente no puede. Que vuelva a la Alcaldía de Sucre donde está cumpliendo su labor.

 

 

 

Si alguien se ha movilizado, votado, luchado, sacrificado o ha seguido con admirable espíritu democrático y cívico la errática dirección opositora ha sido el noble pueblo de Venezuela; si alguien ha resistido la criminal peste chavista ha sido él, tú, yo, ese enorme e indoblegable “nosotros” que componemos los venezolanos y que orgullosamente llamanos Venezuela.

 

 

 

Yo no me rindo, mientras mi aliento sea capaz de empañar una lámina de vidrio lucharé por nuestra libertad. Espero con todo mi ser que tú tampoco te rindas. Pensemos en Leopoldo López, en Yon Goicoechea, en Antonio Ledezma, en Braulio Jatar y tantos otros que han dado todo de sí por Venezuela, asumamos su ejemplo como un desafío.

 

 

 

Nuestro pueblo tiene moral, tiene dignidad, tiene mucha virtud y honor, que el fracaso y la burla del diálogo no nos deprima. Mentemos madres, mandemos para el carajo a los traidores que negociaron nuestros principios, pero no nos rindamos nunca.

 

 
Venezuela eres tú…

 

 

Gustavo Tovar-Arroyo

@tovarr

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