El círculo cuadrado de la negociación
julio 29, 2017 6:56 am

Un profesor muy recordado de la Universidad Católica Andrés Bello iniciaba sus clases de Lógica pidiéndoles a sus estudiantes que hicieran el intento de dibujar en la pizarra un círculo cuadrado. Al comienzo la respuesta inmediata era la perplejidad hasta llegar a la conclusión de que eso era imposible. Así el buen profesor se subía al podio de los conceptos para explicar qué era una contradicción lógica.

 

 

 

Cuando me imagino las conversaciones trianguladas que se están dando entre el gobierno nacional, a través de emisarios internacionales como el ex presidente Zapatero, y algunos representantes de los partidos políticos de la oposición agrupada en la MUD, sobre la posibilidad de acordar la postergación o suspensión de las elecciones pautadas para el próximo 30 de julio, me los imagino a todos intentando dibujar el círculo cuadrado, para finalmente concluir que es imposible.

 

 

 

La asamblea nacional constituyente convocada por Maduro no solo es inconstitucional y fraudulenta, como bien lo sabe la mayoría del pueblo venezolano, que en más de 80% ha mostrado su desacuerdo a través de las encuestas y a través de la participación de más de siete millones y medio de personas en la consulta popular del pasado 16 de julio, en la que expresaron su total rechazo ante esta iniciativa.

 

 

 

Pero ahora resulta que el propio régimen está entendiendo que esta jugada puede resultar su jaque mate, utilizando la jerga del ajedrez. Si juzgamos por la verborrea de los convocantes y de los candidatos, la asamblea nacional constituyente no ha sido nunca planteada como un proyecto político serio. Si solo se aprobaran las promesas que los quinientos y tantos candidatos vienen exponiendo hará falta una biblioteca para coleccionar la Constitución.

 

 

 

La constituyente es solo una jugada política para declarar la revolución permanente, haciendo caso omiso a cualquier normativa preexistente, para consolidar la dictadura totalitaria de quienes detentan las jefaturas del régimen, para consolidar la amenaza permanente como estilo de gobierno. La constituyente es sobre todo un proyecto para consolidar la dictadura, uniendo a los adeptos en un claro afán hegemónico contra la disidencia.

 

 

 

Sin embargo, la jugada no ha salido bien. La oposición no se amilanó, sino más bien se fortaleció. La rebeldía popular se incrementó y se consolida con cada desmán del régimen, hasta llegar a tomar su propia autonomía. El apoyo popular al gobierno se fractura cada vez más, siendo que su principal base de sustentación son aquellos que guardan alguna relación de apoyo a cambio de subsistencia. La presión internacional crece y amenaza con medidas extremas en el contexto de una crisis de financiamiento que puede ser mortal para el gobierno.

 

 

 

Al mismo tiempo es obvio que la constituyente como espacio colegiado, asambleario, para el ejercicio del poder, supone un traslado del poder de manos de Maduro a los principales líderes que controlen el nuevo cuerpo colegiado. Maduro, quien hasta ahora ostenta la jefatura del Ejecutivo, será uno más en el concierto de voces. Lejos ha estado Maduro de ser el líder único de la revolución, ahora se reduce aún más su alcance ¿y hasta su permanencia como presidente?

 

 

 

Constituir la asamblea constituyente no hará otra cosa que fortalecer la resistencia que ya se ha hecho incontrolable para el gobierno a pesar de tanta represión invertida, violación de derechos humanos, amenazas, propaganda, intimidación, etc. Al mismo tiempo, sume usted la presión internacional que no cesará de crecer y hacerse sentir y la siempre amenazante incertidumbre ante el retiro del apoyo que hasta ahora la Fuerza Armada ha dado al régimen.

 

 

 

Al interior de la cúpula que detenta el poder debe estar también produciéndose una intensa confrontación. Me sumo a la opinión que ya algunos analistas han señalado, en el sentido de que para el presidente Maduro y quienes están a su lado detener la constituyente los seguiría manteniendo como el pivote del régimen; mientras que para quienes aspiran a fortalecer su posición de poder ven en la ANC su gran (y tal vez única) oportunidad.

 

 

 

El problema para Maduro es entonces cómo salir del embarazo de la constituyente que solo le traerá más ingobernabilidad, aislamiento internacional y debilidad como gobernante ante sus competidores. La única forma de salir airoso es que logre doblegar a la oposición obligándola a volver al diálogo y apaciguando la presión de calle a cambio de posponer las elecciones del 30 de julio. Pero para no aparecer como blandengue frente a los suyos, a sus competidores y a la propia oposición, acompaña su oferta de diálogo con un discurso cada vez más altisonante y con más acciones represivas frente a toda disidencia.

 

 

 

Por su parte, la oposición política agrupada en la MUD ha dicho y ha mostrado estar dispuesta a la negociación, pero siempre y cuando los términos sean la suspensión sin condiciones de la propuesta constituyente y un plazo razonable para la constitución de un gobierno de unidad nacional para la transición. El problema para la dirigencia de la oposición es consensuar qué significa esta fórmula y qué significa un plazo razonable, porque sabe que si no acierta en ello la sociedad civil en rebeldía no comprará la oferta.

 

 

 

Como los círculos cuadrados no se pueden imaginar y mucho menos dibujar, estamos entrampados en una contradicción de la que solo puede sacarnos el gobierno aceptando al menos la suspensión definitiva de la ANC, como paso previo, indispensable para diseñar un proceso de negociación que responda efectivamente a las demandas de la sociedad. Presidente Maduro, atrévase a enfrentarse a sus radicales para salir del círculo cuadrado en el que usted puso al país.

 

 

 

Francisco José Virtuoso SJ

fjvirtuoso@ucab.edu.ve