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El chinchullo

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El chinchullo

“Estamos orgullosos de ser Haier Venezuela, el color vinotinto corre en nuestras venas”. Con esta cursilería abre su página web la empresa Haier de Venezuela en la que ofrece su línea de productos fabricados en Qingdao, China. Esta empresa que domina 10% del mercado mundial de línea blanca ha logrado controlar en apenas cinco años la totalidad del mercado de lavadoras, secadoras y refrigeradores en nuestro país. ¿Cómo se conformó este monopolio de una multinacional en la tierra de la revolución socialista del siglo XXI?

 

 

En el año 2010 el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez firmó un contrato con la empresa China, Haier para importar electrodomésticos y ofrecerlos al público a la mitad del precio de mercado con préstamos blandos del gobierno. El objetivo, según lo expresara el propio Chávez, era “quebrar los negocios especulativos”. En poco tiempo lo que logró fue quebrar a toda la competencia local mientras los chinos siguen llenándose las manos con el disfrute del monopolio del mercado venezolano. En septiembre de ese año poco antes de las elecciones parlamentarias, Chávez repartió neveras, lavadoras y aires acondicionados Haier mientras alertaba al pueblo: “…Cuidado, el vicio del capitalismo anda por todos lados, cuidado con comprar para revender…”.

 

 

El acuerdo entre el gobierno venezolano y Haier incluía la construcción de una fabrica de 912 millones de dólares en San Francisco de Yare en la cual se producirían más de 1 millón de refrigeradores y lavadoras para sustituir las importaciones y “darle mercado a nuestra materia prima de Sidor y las petroquímicas” según Chávez. Lo cierto es que ni las petroquímicas ni Sidor se han beneficiado de este acuerdo porque la supuesta fábrica no se ha construido. Pero la excusa sirvió para justificar el monopolio de importación que de facto tiene Haier.

 

 

El socialismo del siglo XXI al igual que el comunismo del siglo XX y el del XIX no cree en la competencia sino en el monopolio de Estado. Los soviéticos crearon sus monopolios en la URSS, los norcoreanos en Corea del Norte y los venezolanos en… China.

 

 

Y es que este monopolio es muy particular. Primero es una multinacional sin capital venezolano, segundo no se trata de que por ser los únicos que comercializan puedan vender sus productos al precio que les de la gana. De hecho, a la empresa china poco le importa si sus neveras son vendidas o regaladas. A ellos le paga la mercancía el Banco Chino de Desarrollo y a este banco le paga Petróleos de Venezuela con petróleo, no con el provento de la venta de las neveras. Para ganar dinero hay que sencillamente lograr que Pdvsa pague mucho más de lo que le cuesta a la empresa producir en Qingdao esas neveras. Si cobra por mercancía vendida o si el precio es razonable o si esta es sobrefacturada no le hace ninguna diferencia.

 

 

Para los chinos el negocio más rentable es embolsillarse los  912 millones de dólares de una planta que nunca funcionará. Una empresa normal en cualquier parte del mundo tiene que cobrar sus productos para recuperar sus costos, pero en la Venezuela socialista, la forma de embolsillarse los dólares del petróleo es importando vía el Fondo Chino, porque eso lo paga Pdvsa y no el consumidor.

 

 

Tal como lo demostró Reuters, el mismo “chinchullo” lo hizo la empresa de telecomunicaciones Huawei, la empresa automotriz Chery y la empresa de perforadoras petroleras ICTV.  Es decir, trajeron productos a Venezuela luego anunciaron que fabricarían aquí, los financió el Fondo Chino y luego pasaron a ser los únicos con acceso a divisas pagadas completas y sin chistar por Pdvsa con plata que no viene del provento de las ventas.

 

 

Para colmo, como Pdvsa no tiene cómo pagar esa deuda, le ha pedido al Banco Central de Venezuela 180.000 millones de dólares o el equivalente a 5 veces las exportación de petróleo de 2015 y el BCV financió esto con la maquinita de hacer dinero, es decir, con la inflación que todos estamos pagando.

 

Es difícil imaginarse un sistema más perverso que el que se ha creado en torno al Fondo Chino. Cosas así solo ocurren en Venezuela: los electrodomésticos baratos a “precio Chávez” ahora los estamos pagando mucho más caros con inflación.

 

 

Este círculo perverso entre populismo e inflación es difícil de entender, espero que me ayuden a difundirlo.

 

Ana Julia Jatar

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